Capítulo 35: Primera visita de Paul y Antoinette Glassey y la donación del Conde de Chateaubriand y colocación de la Telesilla Panorámica.

El 13 de septiembre de 1997, nos habían invitado al Centro de Esquí de Antillanca, donde Bernadette escribía: “El hotel dónde alojamos fue financiado por los miembros del Club Andino Osorno. Cada familia aportando el valor de un dormitorio, del cual se hacía propietario.

Dormitorio del Refugio del Club Andino Osorno.

Por el momento, Jean-Pierre, Hélène y Édouard están esquiando. El Centro tiene menos medios de elevaciones que el nuestro a pesar que el dominio esquiable es muy importante y muy antiguo.

Invitados por el Presidente del Club Andino Osorno.

Acá también tuvieron, como nosotros, fuertes lluvias a fin de julio debido a la famosa “Corriente del Niño”. A nosotros estas lluvias nos hicieron varios daños, entre los cuales el derrumbe de 200 metros de nuestro camino panorámico. Ahora tenemos que esperar el verano para repararlo. El deslizamiento de tierra llegó hasta la ruta que se dirige a Bariloche, 500 metros abajo, lo que la cortó. (Nuestro amigo Félix Steverlynck que transitaba en ese lugar en el momento del derrumbe, casi se dejó llevar con su antigua Estanciera. Me dijo que no se va a olvidar nunca.) A pesar de estos problemas nuestra temporada fue relativamente buena.

La semana pasada viajando a Bariloche, tuve una aventura con un ciervo. Por suerte que no manejaba demasiado rápido, porque pudiera haber sido más grave. De golpe un ciervo saltó sobre el capó del auto. Era un animal impresionante, con lindos ornamentos, de los cuales unas puntas rompieron el parabrisas, un vidrio lateral y el espejo exterior.

La semana próxima tendremos la visita de un ingeniero suizo y su mujer”.

En mis viajes a Suiza encontraba todo el material necesario, pero me hacía falta encontrar un estudio de ingeniería para nuestros proyectos. Gustave Trombert, propietario del Hotel Telecabina “Les Crosets”, con su amabilidad habitual, me aconsejó de tomar contacto con la Oficina Técnica Paul Glassey de Haute Nendaz. Una vez más el destino me conducía hacia la mejor dirección. En esta época no existían todavía los celulares, pero en todas partes de las ciudades como en las montañas habían cabinas telefónicas, donde uno podía comunicarse con el mundo entero. Bastaba tener suficientes monedas en el bolsillo. Llamé a Paul Glassey, explicándole que tenía interés de encontrarlo. Me contestó que nos podíamos encontrar al día siguiente en el bar de la Estación de Ferrocarril de Sion a las 6:20 am, porque iba a tomar el tren de las 6:30 am. Sin duda que Paul desconfiaba de un aventurero belga que instala medios de elevación suizos usados en América del Sur, y me quería poner a prueba. No podía perder esta oportunidad, estaba a solamente dos horas de Sion, bastaba salir como un ladrón a las 4:00  de la madrugada para tomar el desayuno en la estación de Sion, esperando al ingeniero Paul Glassey, quien me entendió y empezó a ser nuestro consejero técnico con la ayuda de los “FAX” para mandar los planos, croquis, cálculos, etc. Era como si teníamos el Estudio Glassey en Villa La Angostura. Fueron cientos de “fax” que nos mandamos hasta que apareció INTERNET.

En un viaje a Suiza posterior, recuerdo que un día en Villeneuve, acompañado de Bernadette, habíamos hecho una cita en un café con Paul Glassey y su esposa Antoinette que no conocíamos todavía. Enseguida fue como si nos conocíamos de siempre. Sin duda que fue en ese momento que los invitamos a conocer el Cerro Bayo, que conocían solamente en fotos. Ellos se apasionaron tanto con el desarrollo del Cerro Bayo que volvieron a ser socios accionistas de Cerro Bayo S.A. con aportes en efectivo y proyectos realizados en sus oficinas de Haute Nendaz. Sabían que no iban a recibir ningún dividendo, porque la empresa estaba en pleno desarrollo y que todos los beneficios estaban reinvertidos.          

En su carta del 24 de octubre de 1997, Bernadette escribe: “Como anunciado en mi carta anterior, tuvimos la visita del matrimonio Paul y Antoinette Glassey. Su Oficina Técnica es muy solicitada en Suiza como en el extranjero. Hicieron varios estudios del Cerro Bayo con el fin de tener un plan de trabajo para el futuro. Para estos proyectos, lo que más nos hace falta son los fondos para su realización. 

(Pero, “Time is money” y teníamos el tiempo por delante. Bastaba utilizarlo con un orden de prioridades bien establecido).

Con ellos hicimos un viaje por la zona. Empezamos por Traful, dónde la población quiere tener un pequeño Centro de Esquí. Nos habían invitado para tener el consejo de Paul”.

Seguramente que Paul y Antoinette recordarán este paseo por el bosque. La Comisión de Villa Traful nos llevó por un pequeño sendero, tres horas antes de la noche. Desgraciadamente ningún miembro de la Comisión parecía recordar el camino, hasta el momento que nuestro guía gritó triunfalmente que la base de la pista se encontraba del otro lado de un profundo barranco, imposible de cruzar y que se había equivocado de huella. La noche se acercaba y ya no teníamos el tiempo de volver a encontrar el buen camino. Les aconsejamos como primer paso de marcar el camino para una próxima vez. Llegamos en la obscuridad en la cabaña dónde nos habían invitados a dormir. La cena no estaba lista, con Paul buscamos leña y prendimos la cocina, mientras Antoinette y Bernadette ayudaban a preparar las empanadas. Si bien hacía buen tiempo con sol de día, la noche era helada y en nuestra cabaña entraba el viento entre las tablas de las paredes y del piso. Despiertos por el frío, temprano dejamos unas palabras de agradecimientos y salimos hacía el lago Correntoso, a la hostería “Los Siete Lagos” de los Quintupuray, a calentarnos y tomar el desayuno.  (Después de esta helada noche en Villa Traful, me recordaba a Claude Borloz  diciendo que en esa orilla del Lago Correntoso, en compañía de los Quintupuray, había encontrado el paraíso).

“Después seguimos nuestra ruta hasta San Martín de los Andes dónde pasamos primero por el Centro de Esquí de Chapelco. Jean-Pierre, Paul y Antoinette hicieron una bajada de esquí, mientras les esperaba en una terraza. Después del almuerzo siguieron esquiando mientras bajaba a pie el recorrido de la Telecabina. Dormimos en San Martin y el día siguiente continuamos hacia Chile por el paso Pino Hachado y el Bosque de Araucarias. 

Antoinette y Bernadette en el Bosque de Araucarias.

Alojamos en Valdivia en el hotel Villa del Río, más confortable que nuestra cabaña en Villa Traful. El día siguiente fuimos hasta la costa del Pacífico, pasamos a almorzar en Osorno y volvimos a Villa La Angostura.  

El domingo habrá elecciones en todo el país para la renovación de los diputados. La campaña del partido mayoritario actual de Menem está basada sobre el riesgo de perder lo que consiguieron, pero la pobreza aumenta y hay un gran deterioro en salud y en educación. Todos esperan ansiosamente los resultados (Como siempre, sabemos que el candidato honesto que no miente durante la campaña no tiene  ninguna posibilidad de ganar. Conclusión son falsos personajes obligados a esconder la verdad con lindas promesas que no cumplirán jamás).

Jean-Pierre y Paul fueron a Buenos Aires a buscar el camioncito del Centro, al cual le colocó una caja volcadora. Aprovecharon para pasar por Tandil, donde fueron bien recibidos así como por el Monasterio de Azul y saludar a Jean, dónde por casualidad encontraron a Eric y Amalia.

Paul, Jean, Amalia y Eric en el Monasterio Trapense de Azul.

En Villa Regina fueron muy bien recibidos por la familia de Rubén Lauretta. Un viaje muy interesante para Paul.

En noviembre, tuvimos el placer de ver pasar el Rally de las Mil Millas. Cita de apasionados con sus autos antiguos en perfectas condiciones que siguen encontrándose cada año en esa misma época. Había llovido mucho y varios de los participantes quedaron empantanados en el camino de los Siete Lagos”.  

El Rally de las Mil Millas pasando por el Correntoso.

Ya se acercaba el fin de año con los preparativos de las vacaciones.

Diciembre 1997, Paul y Édouard preparando la Casa Rodante con Kitino.

En ese fin de 1997, Paul nos dio la sorpresa de haber terminado su 4° año de secundario, con el mejor promedio de su clase.

Paul terminando su cuarto año de secundaria, abanderado.

Fabricamos un monopatín que fuimos a probar en familia. La idea era de ofrecer a nuestros clientes un nuevo servicio.

A fin de año llegaron Chantal (la hermana de Bernadette) y Didier para festejar Navidad y Año Nuevo con nosotros. 

Navidad de 1997 con Chantal y Didier.

Fue la ocasión de una nueva expedición a bordo de nuestro palacio rodante con ellos. A nuestra salida de Villa La  Angostura, llovía mucho del lado de la Cordillera y decidimos dirigirnos del lado opuesto, del lado de Pilcaniyeu, Ñorquinco, El Maitén, El Bolsón, etc. Didier, Físico en Geología nos daba un curso sobre la formación geológica de la cascara terrestre de esta zona. No podíamos haber encontrado un mejor guía. 

Clase de Geología con el Maestro Didier.
Con el trencito en Maitén y con Cristina y Tom en El Bolsón.
Cena a bordo con Cristina, Chantal, Bernadette, Tom y J-P.

Chantal y Didier habían hecho más de doce mil kilómetros desde Bruselas para venir a saborear un verdadero Wafle de Bruselas en el medio de la Patagonia.

En Villa La Angostura, invitamos a Didier a conocer nuestro Centro de Esquí del Bayo desde el Cerro O’Connor. Antonio Ávila  nos llevó con sus caballos, lo que fue una linda excursión con la oportunidad de sacar una buena foto panorámica del Centro.

Antonio, Didier y Édouard sobre el O’Connor.
Vista panorámica del Cerro Bayo desde el Cerro O’Connor.

El 21 de enero de 1998, Bernadette escribe: “Creo que Chantal y Didier se fueron contentos de su viaje. Por el momento, en Villa la Angostura no se encuentra una cama disponible. Sin duda que fue el resultado de una buena campaña publicitaria durante el mes de diciembre. Los años anteriores una comisión angosturense iba a Buenos Aires para inaugurar la temporada en un hotel, donde se encontraban con periodistas de revistas, radio, televisión.  Este año, invitaron los reporteros en Villa La Angostura, antes de la temporada. Estos periodistas tuvieron una espléndida semana que transmitieron en sus medios de comunicaciones. Gracias a esta estrategia publicitaria, muchos descubrieron Villa La Angostura y su Centro de Esquí y muchos prometieron venir a esquiar. Lo que nos asusta porque nuestras instalaciones, playa de estacionamiento, y otros servicios están limitados y no podemos atender más gente que nuestra clientela habitual durante las  semanas de vacaciones de julio. 

No sé si partiremos en casa rodante. Jean-Pierre empezó el montaje de un nuevo medio de elevación que espera poder terminar el próximo año y no pienso que podrá abandonar la obra. Pero no es solamente por eso. 

El sábado pasado, falleció Martine Groverman. Jean y Kathleen llegaron el viernes. El lunes se celebró una misa seguida por el entierro en el cementerio de Villa La Angostura. Guardamos un profundo recuerdo de su santa personalidad”.

Cuando, dos horas antes de su fallecimiento, le apreté la mano, sentí una ligera presión de su parte, signo de su despedida. Desde mi llegada en Argentina había sido mi segunda madre y nos entendíamos como si yo hubiera sido uno de sus hijos. Cuantos hermosos recuerdos de viajes en el país y cuantos buenos momentos he podido disfrutar como hijo adoptivo de Manu y Martine, en su casa del Barrio residencial Belgrano en Buenos Aires y en su hermoso chalet al borde del lago. 

Sofía al lado de la tumba de sus abuelos paternos, Manu y Martine Groverman.

No sabiendo cuando Jean volvería a Angostura, aproveché su presencia para mostrarle los avances realizados en el Cerro Bayo. No podía creer todo lo que habíamos podido hacer en tan pocos años. Paul nos acompañó. Después de una buena caminata, Jorge Elgueta nos invitó a tomar el té en su refugio que compartimos con un apasionado andinista, encontrado en la cumbre del Cerro Bayo.  

De izq. a der: El Andinista, Paul, Jorge Elgueta y Jean.

Jean se daba cuenta de la importancia del Centro para las vacaciones invernales. Le explicábamos la esperanza de poder ampliarlo con una superficie de 300 hectáreas suplementarias que  podría entregar Parques Nacionales a la Provincia para agrandar las pistas. Cerro Bayo iba a ser la gallina de huevos de oro para la zona, sin haber costado lo que la Provincia gastó en los Centros de Esquí de Chapelco, Caviahue y Villa Pehuenia.

“Ayer, tuvimos la visita del Presidente de Parques Nacionales y de su mujer.  Jean-Pierre había ido a verlo en Buenos Aires, porque sabía que en el futuro nos iba a hacer falta más pistas. Los llevamos con la telesilla y pudieron apreciar lo que habíamos instalado. El Presidente mostraba su acuerdo, con la condición que las 300 hectáreas solicitadas sean consideradas como ampliación del Centro actual y no como otra explotación en concurrencia, como ocurrió en Bariloche con dos empresas concesionarias del Cerro Catedral, dividido en dos partes. Ahora tenemos que seguir esperando que el Congreso de la Nación dicte esta ley de entrega de tierra a la Provincia de Neuquén. A la tarde recibimos el nieto del Doctor Gerosa, venido a conocer con su mujer el lote que su abuelo había conseguido en 1950 y que no conocía todavía”.

El Doctor Gerosa, con excelente sentido común, había entendido que el Centro de Esquí era necesario para toda la población, incluido la valorización de las  515 hectáreas que le quedaban después de habernos vendido 110 hectáreas. Pero el camino panorámico que nos había costado tantos sacrificios, invadía su propiedad, pero en realidad le aportaba un valor agregado. 

Abriendo el camino, rompiendo las rocas con masa de 10kg.

Cuando su nieto descubrió el camino y la vista que ofrecía, al vez de felicitarnos y agradecernos por su realización, nos denunció a su abuelo como intrusos mal honestos habiendo aprovechado la bondad de un anciano inmovilizado en Buenos Aires. No podía darse cuenta de los sacrificios que nos habían costado estos tres kilómetros de camino sobre el faldeo del cerro.

No reconocían tampoco que gracias al desarrollo del pueblo, aportado por sus habitantes, su propiedad se había valorizado enormemente. Un día, apareció el hijo del Doctor Gerosa exigiéndonos un alquiler mensual prohibitivo para el pedazo del camino que invadía su propiedad. 

Otro desafío era de poder disponer de la cumbre del Cerro Bayo. Las mensuras realizadas con nuestro agrimensor Balsarotti nos aseguraba que se encontraba en el extremo norte del lote pastoril N°13, propiedad del Conde de Chateaubriand. Me recuerdo que un día de enero de 1998, Didier me acompañó a saludarlo en su espléndido chalet. El Conde nos recibió muy amablemente y le conté el desarrollo del Centro de Esquí y mi interés de poder comprarle tres has en la cumbre del cerro para poder colocar un medio de elevación con un restaurante. Se trataba de un punto estratégico que además de ofrecer un panorama único en América Latina, nos iba a permitir esquiar sobre la parte de la montaña que era todavía de Parques Nacionales. Me pidió un poco de tiempo para pensar y  de volver  al día siguiente. Cuando me anunció que estaba dispuesto a entregar ese espacio gratuitamente como participación al desarrollo del Centro de Esquí, no lo podía creer y no sabía cómo agradecerle. El mínimum era de invitarle a conocer nuestras instalaciones que no conocía todavía. Hay que contar que en el principio de la Asociación Cerro Bayo, había rechazado participar por un triste recuerdo familiar.

El Conde y la Condesa de Chateaubriand.

Con nuestros servicios, ya podíamos recibir mil esquiadores sin problemas de colas en los medios de elevación. En el “Rental de Esquíes” disponíamos de cuatrocientos equipos y para almorzar, más de cuatrocientos cubiertos. En la playa de estacionamiento nos faltaba espacio, pero no conseguíamos el permiso de los propietarios del terreno para ampliarla.

Durante este verano, mientras Roberto y Mirta Schulz ampliaban su refugio “Tronador”, nos dedicábamos a la construcción de la Telesilla Panorámica, así como en arreglos de pistas y caminos. Sabíamos la importancia que iba a tener esta tercera telesilla doble para los esquiadores disfrutando el Camino Panorámico.

En su carta del 31 de enero, Bernadette escribe: “En la tarde de ayer había ido a visitar a Beba y Bruno para que me ayuden para redactar una carta pidiendo a Cumelén su colaboración para comprar un televisor para el grupo de discapacitados para quienes colaboro. En ese momento, Bruno dijo: ”propongo una solución más sencilla, vamos a comprarlo enseguida”. Un magnífico gesto de su parte. Beba festejará sus 80 años el 17 de febrero. Una de sus actividades es una obra de misiones rurales, consiguiendo para ellos materiales de todo tipo. Cada año, viaja para conocer sus necesidades. Sin duda que a fin de febrero la acompañaré en su recorrido.

Paul pasó sin inconveniente su licencia de conducir. Eso no tiene nada que ver con los exámenes en Bélgica. No se puede encontrar un código de tránsito, ni el inspector lo tiene. Basta saber doblar el volante por el lado que uno quiere ir. Paul dio la vuelta de la calle principal con el inspector y obtuvo su licencia. Mientras tanto el Gobierno se queja que hay tantos accidentes.

Este fin de semana se hará la fiesta de los jardines en Villa La Angostura. Nos ofrecieron para “La Fundación Traulén” un espacio para colocar un estante de venta de comida. Me preguntaba cómo entre mujeres íbamos a poder construir una cabaña en tan poco tiempo. Encontré la solución, bastaba pedir a Jean-Pierre que me traiga la casa rodante en el pueblo. Así tendremos gas, agua y una lona para protegernos del sol. Bastará decorarla con flores de papel. Es toda una organización, pero no podíamos rechazar esta oportunidad. Durante todo el año buscamos de reunir fondos. Édouard se ofreció a ayudar. El sábado, quedaremos a dormir en la casa rodante para evitar de desarmar las instalaciones (Mesas, sillas, tablones con sus caballetes, tubo de gas, heladera, etc.).  

Nuestra casa rodante ayudando “TRAULÉN”

Sábado por la mañana, Jean-Pierre trajo el bus al pueblo. Era muy atractivo con sus flores de papeles. Vendimos pizzas, panchos, tortas y 130 wafles que había preparado el viernes. A la noche del sábado, como previsto, nos alojamos en nuestra segunda residencia, en pleno centro de Villa La Angostura.

En ese verano de 1998, empezamos la colocación de la Telesilla Panorámica. Estábamos seguros del éxito que iba a tener este medio de elevación, especialmente para los esquiadores bajando por el camino panorámico, pero no podíamos terminar su montaje antes del invierno. Nos encontrábamos con numerosos problemas, de los cuales se van a dar cuenta con estas series de fotos, recuerdos de esta hazaña. 

Construcción de la Estación Motor de la Telesilla Panoramica

De Suiza, no había podido traer el edificio de hormigón en el cual se encontraba la parte mecánica con su sistema de tensión, reductor, motor eléctrico, motor auxiliar, frenos, etc. Pero como era idéntica a la Telesilla del Bosque, de la cual habíamos traído de Suiza la Estación Motor totalmente metálica, compramos el hierro necesario para hacer una copia idéntica. Le hicimos los mismos cimientos y armamos estos pesados fierros con una pluma de montaje.  

Construcción de la Telesilla Panorámica. 

El transporte del hormigón con teleférico de servicio.
Las idas y vueltas del Tambor de 200L, transportando varias  toneladas de hormigón con la fuerza del Malacate.
Édouard ayudando a cargar la hormigonera.
El difícil  Cimiento y Montaje de la Estación de Retorno.
Felicitaciones a Gerardo y Heraldo Weisser por su    obra de arte.

Y felicitaciones a todo el equipo por su eficaz colaboración en esta obra: a Luis Vergara por sus cortes y soldaduras de la Estación Motor, a Hermes Lavado por sus continuas reparaciones mecánicas, a Enrique Saito, a Raúl Elgueta, etc.

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