Capítulo 36: Bernadette visita las escuelas rurales y mi accidente en Suiza.

En el verano de 1998, durante la construcción de la Telesilla Panorámica, no podíamos olvidar de medir las 3 hectáreas  de terreno recibidas del Conde de Chateaubriand en la cumbre del Cerro Bayo. Él nos exigía solamente efectuar el plano de división y respectar el acuerdo gratuito que tenía con las entidades dueñas de las diversas antenas colocadas en la cumbre. Eran todas antenas con fines humanitarios (Hospital, Policía, Gendarmería, Radio Club, Defensa Civil, etc.) para las cuales ya colaborábamos de hacía tiempo con nuestros medios de elevaciones, tanto para los montajes de estas antenas como para sus mantenimientos. Considerando que era casi imposible llegar a la cumbre por el lado de la propiedad del Conde. 

Durante marzo de 1998, subimos con nuestro agrimensor Marcelo  Breton y su ayudante, mientras un otro ayudante se encontraba en la entrada del pueblo en el lugar de un mojón de referencia colocado cerca del puente de Las Piedritas. Como en todos estos importantes eventos del Cerro, no podían faltar Paul y Édouard. 

El Agrimensor Marcelo Breton y sus tres ayudantes.

Mientras tanto, Bernadette, como lo había anunciado, salía al norte de la Provincia con Beba Quintana. 

El 10 de marzo de 1998, ella escribe: “Hoy lunes, con Beba estamos en un pequeño pueblo al norte de Junín de los Andes, que se llama “Las Coloradas”. Es un pueblo perdido en la Patagonia, pero enriquecido por la presencia de varios jóvenes matrimonios que se dedican a la enseñanza de los aborígenes. La escuela que visitamos, es muy pobre, pero es increíble de ver todo lo que pudieron hacer. Hay un internado para 46 jóvenes de 14 a 20 años. Algunos no habían hecho ni sus primarias y estudian ahora en esta escuela. Son cursos de formación práctica a su nivel, que pondrán en práctica en su familia. Hay una carpintería, clases de motosierra, de crianza de gallinas, de chivos con fabricación de quesos. Para esta fabricación, hay un suizo-alemán, maestro en quesos, pagado por el Gobierno Suizo, que vino a instruirlos. Visitamos la quesería y naturalmente traigo una muestra para casa. Generalmente, el queso de chivos tiene un gusto muy fuerte. Nos explicaron porque: Cuando el macho vive cerca de las hembras, estas últimas producen una hormona que da este gusto a la leche. Basta alejar el macho para tener un delicioso queso. Anoche comimos una fondue sobre verduras, igualmente producidas en la escuela. Hay un invernáculo de 50 metros de largo, conteniendo excelentes tomates entre otras verduras”.

Beba en el invernadero.            El corral de los chivos.
Beba en la cocina de “Las Coloradas”
La “Tía” Bernadette con Mariana Díaz y sus tres más chicos.

“Hoy por la mañana, anduvimos con un matrimonio francés, domiciliados en Bélgica que compraron una estancia en los alrededores. Conocieron la región hace cinco años cuando habían venido a cazar. Ahora están restaurando el casco que fue construido en 1880. Están interesados de integrarse a la escuela para ayudarlos, Beba los presentó al director. Nosotros alojamos en su casa que no es muy grande, su hijo nos dejó su dormitorio. El director es del Salvador, en América Central y cuando hizo sus estudios de agrónomo, obtuvo una beca en Argentina. Hoy almorzamos con los alumnos del Internado (Milanesas de “Corned beef” con arroz, zanahorias y huevos duros). A la atardecer cenamos con los franceses (Christine y Pierre du Molard) y hoy con ellos visitamos dos pequeñas escuelas en los alrededores. Una en el borde de la ruta (El Salitral). En general en estas escuelas rurales las clases se dan de 9:00 am a 13:15 pm., después de almorzar los chicos se vuelven a su casa. Algunos caminan dos horas para ir y dos horas para  volver. En muchas partes el ciclo escolar es de septiembre a mayo y quedan en casa en invierno. En general les gusta ir a la escuela, pero por falta de ropas y zapatos, muchos no van siempre. 

En todas partes, Beba hacía distribuciones de lápices, pedazos de telas, papel para dibujar, revistas para recortar. Varias cosas que en general se tiran. A partir de ahora voy a guardar estas cosas que les sirven tanto acá. La segunda escuela (San Ignacio)  estaba situada en el interior de las tierras. La directora de esta escuela es la cuñada del Cacique de esta Comunidad de aborígenes. Cada año estas diferentes comunidades se reúnen para honrar su Dios, cantar y comer. Ella nos mostró fotos de la reunión que se hizo últimamente. Los extranjeros en las comunidades no están admitidos. A tal punto que el maestro de la escuela no pudo asistir. Quedamos a comer con los chicos. Después del almuerzo salimos para Junín de los Andes, donde habíamos reservado una habitación de hotel. Aprovechamos para hacer la visita de otra escuela (Paimún) que se encuentra a 55km de camino de tierra. Era un día hermoso y aprovechábamos del maravilloso espectáculo de la naturaleza. En esta escuela, la directora, una simpática mujer, con un dinamismo que uno no puede imaginar. Es increíble el espíritu que pueden tener algunas personas. Había justamente une reunión de padres  y  uno de los problemas era la ausencia de los alumnos por el largo trayecto que tienen que recorrer.

Cuando llegamos al hotel, pudimos por fin tomar una buena ducha. La mujer del propietario vive con una esclerosis múltiple desde hace 20 años. Primeramente fue paralizada de ambas piernas y diez años más tarde de ambos brazos y ahora empieza a tener dificultades para hablar y comer. Realmente es muy valiente, porque tiene solamente 47 años y parece por lo menos tener 55.

El jueves por la mañana, empezamos por visitar una escuela especial para discapacitados y otros con dificultades de aprendizaje. La directora que durante varios años se peleó para conseguir una escuela nueva, por fin en noviembre del año pasado  vio su sueño realizado. Un espléndido edificio con 70 alumnos. Muchos chicos tienen problemas sociales en su ambiente  familiar. En esta escuela hay varios talleres que les permiten aprender un oficio. 

Después de Junín salimos hacia una escuela situada sobre unas colinas (Huilqui Menuco). Una pendiente pronunciada, pero un panorama grandioso. Allí, nos encontramos con un maestro con 30 chicos. Estaba justamente con un profesor de educación física que viene semanalmente, viajando de una escuela a otra durante la semana. Después de hablar con el director y conocer las instalaciones escolares y la enfermera, comimos en compañía de los chicos. Varios comen con la nariz en su plato, pero en regla general, todos son muy corteses. Después del almuerzo y del cepillado de los dientes vuelven a su casa. En la tarde, la enfermera reúne un grupo de madres, para hacer costuras. Hay una antigua máquina de coser “Singer” a pedal. Aprendimos algunas palabras de mapuche: Decir buen día, ¿cómo estás?, hasta luego. No es un idioma fácil.

Beba con los alumnos de la Escuela de Huilqui Menuco.
El Río Malleo

“Antes de irnos, pasamos a saludar la mujer del director que también es directora en otra comunidad aborigen. Para llegar a su escuela había que bordear el Río Malleo, también un sitio maravilloso, no podía imaginarme que había tantas bellezas naturales en la provincia. Ella dispone de un espléndido edificio, pero no disponía de una hoja de papel ni de lápices. Estaba contenta de vernos llegar con materiales.

Bernadette en la Escuela San Ignacio, acompañada por la cuñada del cacique Namuncura.

Después nos dirigimos hacia San Martín de los Andes. Por suerte que reencontramos el asfalto, porque el coche parecía un nido de polvo. Después de pasar por el hotel fuimos a tomar una taza de té. Nos faltaba visitar todavía una directora de escuela en el campo en la cercanía de San Martín. 

Después de la cena, llamé a J-Pierre que estaba muy ocupado en casa con unos periodistas después de un día cansador en la montaña. Cuando volvíamos caminando hacia el hotel, de golpe sentí algo raro en mi espalda. Un ladrón me estaba arrancando mi cartera. Yo tiraba por un lado y él del otro, pero la mala suerte hizo que me quedé con la parte chica de la correa. Corrí atrás del ladrón durante 150 metros gritando  socorro, pero no lo pudo alcanzar, además que se dirigía hacia un lugar muy obscuro. Era alrededor de las 10:30 pm. Un señor, escuchando mis gritos, salió de su casa y llamó la policía, que si bien llegó bastante rápidamente, el ladrón había desparecido. Llamé en seguida para denunciar el robo de mis tarjetas, que se encontraban en mi cartera. A parte el dinero había mi documento de identidad y los del coche con el doble de las llaves, mis anteojos solar, etc. Por suerte tenía una de las llaves en mi campera, así como la llave del hotel. Luego hice la declaración en la policía. Lo principal es de no haber recibido un golpe sobre la cabeza, lo que se está volviendo terrible en el país. Ese mismo día, hubo diez robos en San Martín, entre los cuales el dinero de la parroquia. (Sin dudas, que eran ladrones venidos a hacer turismo a su manera). Después de una noche sin dormir, volví a la policía para solicitar un certificado por la eventualidad de un control policial.  

Visitamos otra escuela para niños discapacitados y después del almuerzo tomamos el camino de regreso a Villa La Angostura. Todos estaban bien contentos de encontrarnos. Para mí fue una experiencia inolvidable para la cual estoy dispuesta rehacerla el próximo año.

Hoy 15 de marzo, tenemos una carrera de enduro en el Bayo. Esperamos alrededor de 220 participantes”.

Bernadette continua en la carta del 25 de marzo  de 1998:   “Como anuncie en mi carta anterior, el domingo 15 tuvimos el Enduro en el Cerro Bayo. Anduvo todo bien, y por suerte sin accidentes. Hubo 243 participantes. Los chicos quedaron todo el día y cuando subí a buscar Hélène y una amiga, pensaba estar sobre una autopista, por la cantidad de vehículos que cruzaba, era un coche tras del otro. Para J-Pierre, no fue un día de descanso, había trazado la parte más difícil del circuito y tuvo que vigilarla. Veremos si el año próximo será posible repetir esta carrera sobre el mismo circuito, considerando la erosión del terreno con la pasada de tantas motos. La mayoría de los participantes, consideran nuestro circuito como el más lindo del país y nos felicitan por su trazado, además de la belleza de los paisajes.

Durante toda esta semana me dedique a preparar las festividades para los 60 años de Jean Pierre. 

Vinieron todos a ayudarme a soplar mis sesenta velas.

El sábado 21 de marzo de 1998 fue un espléndido primer día de otoño. Estaba todo listo para festejar el cumpleaños el domingo en el exterior, pero al final del sábado aparecieron grandes nubes negras y el domingo tuvimos que realizar una gran mudanza en el living/comedor. Sacar los muebles para colocar cinco mesas y dejar el lugar para la juventud en el jardín de invierno. Éramos 37 personas.  Lo  más preocupante fue cuando nos despertamos y que nos encontramos sin agua, Édouard fue a despertar a Pedro y subieron con pala a limpiar el dique y destapar varios metros de caños. Después se ocuparon del asado. Al final, salió todo bien. A las 5:00 pm, los hombres jugaron al tenis mientras las mujeres tomaban el maté con el resto de la torta. A la noche, después de ordenar todo, no podía más y tuve que acostarme”.

Poco tiempo después de mi cumpleaños, llegó Mamy, a tiempo para festejar los 48 años de Bernadette. Fue para mí la ocasión de dirigirle todo mi reconocimiento y admiración: 

“Querida Bernadette, Todo es relativo; para Edouard, 48 años pueden parecer una eternidad. Para Mamy y para mí, son todavía tus jóvenes años. Una juventud llena de experiencia que aportás a todos. Experiencia acompañada de una constante preocupación para que a ninguno le falte nada y que todo se haga en el momento oportuno.

Las horas y minutos no alcanzan. Entre los trabajos de la casa, está el Bayo que sin vos, no sería lo que es, y todavía encuentras tiempo para ocuparte de “Traulén”, además de las reuniones parroquiales, de la escuela, etc. Todo eso entre los numerosos llamados telefónicos.

Cuando te casaste con un espécimen de mi especie, no sabías lo que te esperaba. Por suerte, aparecieron Paul, Hélène y Édouard y cuantos buenos momentos vividos juntos. Los recuerdos no faltan y un día habrá que escribir todo eso acompañado de las numerosas fotos, testigos de esta linda aventura que nunca hubiera podido realizar sin tu presencia.

Levanto mi copa por tus 48 años y la continuación de esta gran aventura”.

Poco después festejábamos los 15 años de Hélène. Mamy había venida principalmente para ese gran día. Habíamos dejado a Hélène  elegir sus invitados entre los cuales quería festejar su fiesta. Eligió sus amigas y primos y primas. Fue la ocasión de un largo “Speech” del cual copio solamente unos pasajes:

Hélène y sus invitados, escuchando.

“Querida Hélène, Ya pasaron 15 años desde el día que nos conocimos. … Te felicitamos por la manera que recorriste estos 15 años, a pesar de un molesto hermanito y de un hermano mayor burlón. …  Hasta el día de hoy, guardaste el encanto de tu niñez. No pierda tu buena sonrisa que es el mejor regalo que podes repartir en tus alrededores. Con el tiempo, la belleza de la juventud desaparece, pero el encanto de una linda sonrisa  resiste al tiempo. … Dentro de poco vas a salir a conocer el mundo, tenga cuidado de sus trampas, guarda preciosamente los principios de honestidad, franqueza y bondad que te inculcamos. … Levanto mi copa por tus 15 años y a tu porvenir que poco a poco dependerá principalmente de vos, mientras  estaremos siempre a tu lado para escucharte y aconsejarte”.

Después de los 15 años de Hélène, festejamos los 82 años de Mamy, un poco antes de su regreso a Bélgica.

Jean-Marie, Pamela, Mamy y Édouard.

Me correspondía pronunciar un tercer “speech” del cual copio una parte: “Muy querida Mamy,….otra vez, admiramos tu paciencia. Tuviste que soportar, además del timbre del teléfono las mil y una peleas y caprichos de tus nietos, incluidos los saltos de humor de Mister Édouard. Seguramente que varias veces te extrañaba la tranquilidad de tu departamento de Bruselas. Por nuestro lado nos va a extrañar tu tranquila presencia que permitía a cada uno descargar sus pequeñas miserias y dudas. Todos confiados en tu buen juicio. Mis felicitaciones también por todo lo que aportaste durante estos 82 años, porque supiste inculcar a tu familia los dones de orden, disciplina, honestidad y valentía que heredaste de tus padres y que desarrollaste en el curso de tu existencia. Esperemos que tus nietos sepan ser responsables de esta herencia que vale más que todo el oro y la plata.

Paso la palabra a Édouard para que te agradezca por todas las clases de lectura que le diste”.

El 19 de junio de 1998, Bernadette le escribía: “Después de llevarte al aeropuerto de Buenos Aires, cuando llegué a Villa La Angostura, había nevado apenas 5 cm en el nivel 1.500 y en casa llovía.

Y el 24 de junio: Con el poco de nieve caída pudimos abrir solamente una pista para principiantes. El satélite sigue prometiendo nieve, pero seguimos teniendo lindos días con sol y fuertes heladas nocturnas. En la mañana, la ruta de Bariloche es una verdadera pista de patinaje.

Y el 15 de julio: Qué temporada difícil, falta la nieve e igual aparecen los esquiadores. No podemos ofrecer mucho. Otros Centros como el de Las Leñas, no pudieron abrir. Este fin de semana empiezan las vacaciones de Buenos Aires. Muchos anularon su viaje. Para las vacaciones, Hélène se inscribió como auxiliar del Club Andino. Ayuda un instructor que enseña a chicos de seis años. Le gusta su trabajo que hace con responsabilidad y autoridad”.

En agosto, un solo temporal de nieve, nos permitió salvar los gastos de explotación mientras el Centro de Las Leñas no pudo abrir un solo día de toda la temporada por falta de nieve.

Agosto de 1998, por fin llegó la nieve.
La pista 18  invadida.

A principios de agosto, viajé en bus a Santiago de Chile, para asistir al casamiento de Henry-Jean, el hijo mayor de mi prima Claire y su esposo, Philippe Pollet. Es gracias a INTERNET que Henry-Jean encontró Ida, brillante profesional de Santiago. En 1998 esos encuentros, no eran comunes. No sé cómo siguió el noviazgo.

No podía faltar a ese gran evento familiar. Me presentaron a todos los familiares de Ida. Gentes trabajadoras que hacen la riqueza de una Nación. Después del casamiento religioso, hubo una recepción con menú chileno, seguido de baile para terminar esta simpática reunión “Belga/Chilena.

J-P, Philippe, Ida, Henry-Jean, Claire y François.

Al día siguiente, Philippe ansioso de conocer nuestro rincón patagónico antes de su regreso a Bélgica, me acompañó en avión a Osorno donde lo presenté a nuestro amigo Nancho Kempf que nos invitó a alojar. Philippe, hasta el último día de su existencia, guardó un magnífico recuerdo de la calorosa acogida de Nancho que lo había divertido tanto durante esta atardecer.

Al día siguiente, a bordo de mi camioneta que había dejado en la casa de Nancho, cruzábamos la Cordillera para encontrarnos con Bernadette y los chicos. Así como con Michel y su familia. 

Philippe en Andalué
Philippe con Michel, en plena obra de remodelación de Los Tres Mosqueteros.

Philippe quedó admirado con la obra de Michel, que se realizaba en varias etapas. Verdadera obra quinquenal, realizada con paciencia y constancia. 

Philippe nos dejó un simpático mensaje, en el cual cuenta que ese viaje en Chile y Argentina fue para él el fabuloso descubrimiento de la sonriente acogida de todos, con la percepción de la viva inteligencia de estos pueblos Sud Americanos. También nos felicitaba por nuestra familia y nuestra empresa. Este elogio de Philippe, patrón de una empresa comercial en Bélgica, tenía para nosotros un gran valor. Él sabía los obstáculos que encuentran tales proyectos. Lamentamos que su estadía iba a ser tan corta. No podíamos imaginar que poco después la enfermedad de Alzheimer lo iba a disminuir poco a poco hasta su deceso en 2012. Me recuerdo que durante mi última visita en su departamento en Bruselas, Philippe parecía totalmente ausente, hasta el momento que le recordé su viaje a Villa La Angostura y nuestra noche en Osorno con Nancho Kempf. Su  cara se iluminó con una hermosa sonrisa.

Durante este mes de agosto de 1998, muy pobre en nieve para la mayoría de los Centros de Esquí de la Cordillera, Paul y nuestro buen mecánico Kitino me acompañaron a la inauguración de un nuevo Centro de Esquí en el norte de la Provincia del Neuquén. Se trataba del Cerro Wayle que había aguardado desesperadamente la nieve para su puesta en marcha. Y la nieve no había llegado.

Se trataba del Club Andino de la Cordillera de los vientos, elemento que no es ideal para la práctica del esquí. A nuestro amigo el Teniente Coronel Balda que aconsejaba al Club en su proyecto de pistas esquiables, un día, reconociendo la montaña, una violenta ráfaga de viento le hizo entender que el proyecto tenía poco porvenir. 

Con los “Copitos” del Club de la Cordillera de los Vientos en el día de la inauguración de su Centro de Esquí.

El 13 de septiembre de 1998, Bernadette escribe a su mamá: “La semana pasada nevó bastante y ahora tenemos buen tiempo con noches heladas y sol en el día. 

Sin duda te llamó la atención de ver aparecer a Jean Pierre. No sabiendo, cuanto tiempo iba a estar en Bélgica, no avisó su llegada. Te habrá contado en que nueva aventura nos lanzamos para el año próximo. Si sería solamente para nosotros pararíamos las instalaciones, pero es imposible frenar el desarrollo del pueblo y tenemos que estar listos para recibir los esquiadores en gran cantidades. Esperemos que el Gobierno de la Provincia nos acompaña con el asfalto del acceso (como lo prometieron), pero ahora, que hay crisis económica, nos avisaron que no hay fondos para eso. También nos enfrentamos con nuestro socio argentino que se encuentra en la imposibilidad de seguir aportando fondos. Actualmente se encuentra con la quiebra de su fábrica de papeles para cigarrillos por culpa de medidas políticas, favoreciendo la importación del mismo papel producido en Brasil. 

Con Paul, estoy proyectando un viaje a Córdoba para inscribirlo en la Universidad y encontrar un alojamiento. Actualmente Paul toma clases particulares de matemáticas para completar su formación del secundario local, insuficiente para empezar ingeniería. El 12 de diciembre saldrá con su clase en viaje de fin de curso a Camboriu en Brasil, en bus (48 horas de ida y 48 horas de vuelta).

Édouard sigue dándome problemas en la escuela. Es tiempo que entienda, sino quedará en la misma clase el próximo año. Él siempre espera pasar por el ojo de la cerradura, pero ha sido prevenido. En la montaña sigue muy entusiasmado. Domingo una percha le golpeó la cabeza, cortándole tres centímetros en los cabellos. Otro día se torció la rodilla y tuvo un estiramiento de un ligamento interno”.

Como lo había escrito Bernadette, me encontraba una vez más en Europa, en la búsqueda de una telesilla para el Cerro Bayo. En el tren de Bruselas a Lausanne, el 19 de noviembre de 1998, le escribía: “Mañana, estaré en Sion, donde me esperan los Glassey para mostrarme una Telesilla Städeli que va a ser reemplazada por una telecabina”.

Y el 22 de noviembre, en Haute Nendaz, le escribía: “Los Glassey pusieron a mi disposición un departamento con todo lo necesario. El domingo me invitaron a una “Raclette” en su  “Mayen” situado al borde de una pista de esquí a 1500 metros de altura, desde allí se ve la ciudad de Sion en el fondo del Valle del Rhône. Tienen dos hijos muy simpáticos, muy capaces y muy deportistas, ex campeones internacionales de esquí”.

Domingo en la montaña, en el “Mayen” de la familia Glassey con  amigos y  “Raclette”.

“Ayer con uno de ellos empezamos el estudio de la futura telesilla a instalar desde la base hasta la telesilla panorámica. La telesilla que había ido a visitar con Paul en el Centro de Esquí de Charmey (cerca de Fribourg) podía servir, con la ventaja que la daban gratuitamente con la condición de desarmarla”.

No me imaginaba que este desarme me podía haber dejado discapacitado de por vida. Como había que actuar rápidamente, llamé a Nicolás Trombert. Desgraciadamente no iba a poder ayudarme, pero me aconsejó de contratar dos de sus amigos. Eran dos jóvenes dispuestos a cualquier desafío. Rápidamente, desarmamos todas las sillas y algunas torres. La rueda de retorno ya había sido bajada con helicóptero. Era indispensable desarmar todas las partes para colocarlas en contenedores, sobre vagones en Monthey. Claude Borloz (Hijo) se comprometió a efectuar el transporte con su camión grúa desde Charmey hasta Monthey. Estoy muy agradecido con Claude, así como con los que me ayudaron durante esos años para poner en contenedores estos medios que funcionan ahora en el Cerro Bayo. El trabajo se hacía rápidamente. Durante los días de fuertes lluvias, abajo techo, desarmamos la estación motor. Una vez desarmados todos sus accesorios y tableros eléctricos, teníamos que bajar el reductor de 4.500 kg colocado sobre el carro de tensión a tres metros de altura.  Para eso hay que desarmar en primer lugar la rueda motriz fijada sobre el eje del reductor. Operativo que a veces necesita una potente prensa hidráulica. Por no disponer esta herramienta, decidimos usar dos criques de camiones y calentar con un soplete el centro de la rueda para dilatarlo.

Pero, a pesar de todos nuestros esfuerzos, la rueda seguía unida al eje. A las 17: 00 pm, con la exactitud Suiza, mis dos compañeros me dejaban para volver a su casa. Me quedaba solo siguiendo calentando la masa de la rueda con la esperanza que se desplace por lo menos de algunos milímetros. Para eso, me encontraba sobre un andamio improvisado, a dos metros de altura que de golpe se cayó y aterricé sentado, con el soplete en mano, sobre una losa de hormigón, con un terrible dolor en la columna vertebral. Apenas si me pude levantar. Muy lentamente me puse al volante de mi coche, y salí al hospital de Monthey. Allí, en la radiografía se notó el aplastamiento de una vértebra y me querían guardar en observación durante dos días en cama. Tuve que firmar una declaración para que me dejen salir del hospital y decidí ir a descansar el fin de semana en Villeneuve en la casa de Claude y Renée. Su vecino, buen médico, me aconsejó conseguir un corsé. Otra vez aprovechaba la gran amabilidad de Claude y Renée. Avisado por ellos, Gord y Cathy se ofrecieron para eventuales trámites. Gord, además de facilitarme sus herramientas fue a ayudar a mis dos ayudantes para retirar la rueda. Por suerte, poco a poco, con prudencia, me podía desplazar hasta el Estudio de Paul Glassey para discutir del proyecto y también hasta Les Crosets para comprar a Germain 200 pares de esquíes. Germain, entre algunas copas de vino, no entendía que la aduana argentina, no permitía más las importaciones de botines, por ser consideradas como zapatos deportivos, que en realidad no se fabrican en Argentina. Como Germain, me obligaba a llevarlas, al final, para quedar bien con él, la única solución fue de ir a tirar estas botas en un basural.

Tantas aventuras, mientras algunos pensaban que después de cada temporada, viajaba a Suiza, a depositar nuestras ganancias.

Al final, gracias a la ayuda incondicional de mis amigos suizos, se solucionó todo, los contenedores, cargados con la telesilla, los esquíes y otros materiales salían de Monthey vía Génova.

Por mi lado, tomaba el tren de Bruselas, pidiendo a unos jóvenes que me ayudaran a cargar mi valija.

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