Capítulo 17: Las Malvinas, Campeonato de Ski Patagónico y el Pomita 18

El dos de Abril de 1982, durante el desayuno, la radio anunció que las Fuerzas Armadas Argentinas habían desembarcado en Puerto Stanley, Capital de las Islas Malvinas. La Argentina había tomado posesión del archipiélago por la fuerza. Estas islas, situadas sobre el paralelo  52, son unos de los lugares más inhospitalarios del globo, continuamente castigados por los fuertes vientos provenientes de la Antártida, parecidos al resto de la Patagonia, pero mucho más aislados del mundo. 

Allí, sobre estas islas, perdidas en el océano en la misma latitud que Tierra del Fuego, viven algunos “Kelpers” en compañía de los pingüinos, dependientes del Reino Unido, que son, en su mayor parte, criaderos de ovejas.

Solamente una pequeña patrulla de soldados británicos guardaba este territorio dónde no ocurría nada. La guardia pasaba noches enteras, con sus juegos de naipes, esperando el día, sin pensar nunca que la Junta Militar Argentina, bajo las órdenes del General Galtieri, decidiera un desembarco sobre las Malvinas en esta  madrugada. Unos comandos argentinos sorprendieron la guardia de Puerto Stanley, tomando posesión de las islas. El día siguiente, los diarios en todo el mundo anunciaban la noticia. ¿Qué iba a ocurrir? La Armada Argentina no se encontraba preparada para entrar en guerra, y menos contra un enemigo como el Reino Unido, superior de todo punto de vista.

Papy, enterándose de la noticia, temblaba y no pensaba más que en un regreso urgente a Bélgica antes que Inglaterra entre en guerra sobre el territorio argentino. Papy había conocido dos guerras y no quería conocer una tercera, menos todavía en un país donde él no tenía nada que ver con estas islas. Además, había pasado su juventud en Inglaterra donde conoció a los ingleses, verdaderos Bulldogs que no iban a abandonarlas sin defenderlas.

Por suerte los combates ocurrieron solamente sobre y en los alrededores de las islas, pero fallecieron 655 argentinos y 236 ingleses. Los ingleses capturaron 10.000 prisioneros argentinos. Varios de ellos contentos de encontrarse en condiciones más confortables como prisioneros que en el campo de batalla.

La armada argentina no había tenido en cuenta los problemas que iba a encontrar con la ocupación de cinco mil hombres en las islas. Problemas de alojamiento, de alimentación, de falta de agua que había que traer en bolsas con helicópteros, de cocina militar a leña que no servían por no encontrar madera en el archipiélago, de falta de ropas adecuadas al frio, etc.

El General Galtieri no podía volver atrás y hacer regresar a sus tropas. El pueblo no se lo permitiría. El tiempo y la plata no le habían alcanzado para preparar y organizar su armada antes del arribo de un adversario bien entrenado y muy bien equipado. 

Por suerte, una vez más el Papa Juan Pablo II intervino y pocos días después, el 14 de junio 1982, el General argentino Benjamín Menéndez, que encabezaba las tropas sobre el archipiélago entregó las armas. La equivocación del Presidente Galtieri costó mucho en vidas humanas, sin olvidar los centenares de heridos y más de cinco mil millones de dólares al país.

Recuerdo que durante el conflicto, las radios transmitieron 42 comunicados muy entusiastas, haciendo creer que Argentina ganaba una batalla tras la otra, hasta el comunicado 43 que anunció bruscamente que Argentina había entregado las armas. El pueblo estaba desesperado y manifestaba delante del palacio presidencial, exigiendo armas para echar al enemigo. Muchos habían colaborado de una manera u otra, Martine Groverman tejía guantes y gorras para estos pobres soldados provenientes de las provincias calurosas del norte, movilizados sobre estas islas heladas. Otros aportaban sus joyas y dinero para ayudar a sus héroes nacionales. No se supo nunca, donde terminaron estas donaciones. Una nueva devaluación del peso fue necesaria. Una crisis económica que provocó nuevas manifestaciones, llamadas con el nombre de las ollas vacías. Esta fue la caída del proceso militar. La multitud que había aclamado el General Galtieri, exigía ahora su renuncia. Cuatro días después de la derrota, renunció, anunciando en un último discurso que la guerra iba a continuar. El General Reynaldo Bignone tomó los comandos de la Nación, anunciando que esperaba ser el último Presidente Militar. Los partidos políticos se despertaban poco a poco y a fin del año 1982, una masiva manifestación reclamaba las elecciones.       

La estadía de los padres de Bernadette se había terminada poco después de la llegada de los ingleses y del principio del conflicto que empezó el primero de mayo 1982. Bernadette los llevó hasta Buenos Aires, dónde tomaron vuelo, contentos de no haber recibido ninguna bomba sobre la cabeza. Bernadette les prometió viajar con Paul en Junio para encontrarse con ellos, mientras me quedaba para preparar nuestra quinta temporada invernal. Estaba seguro que el conflicto iba a terminar pronto, a pesar de que a fin de mayo, cuando llevé Bernadette y Paul al aeropuerto de Ezeiza, dónde se iban a embarcar para Bélgica, la guerra no había terminado todavía. Habíamos pasado por Bahía Blanca dónde quedamos a dormir en un ambiente de guerra: obscuridad total, todas las ventanas cubiertas y continuamente el sonido de las sirenas anunciando posibles bombardeos. No sabíamos que el gobierno argentino había tenido una amenaza de bombardeos británicos. Bahía Blanca con su puerto, podía haber sido el objetivo.

En Buenos Aires, pasé a visitar a Perico de Elizalde, Presidente de la Asociación Cerro Bayo, para discutir los proyectos de la próxima temporada. Lo que fue imposible, porque el único tema de la conversación del momento era la Guerra de las Malvinas. Muchos argentinos no se daban cuenta que para los ingleses era antes de todo una cuestión de prestigio. Para ellos se trataba de las islas “Falkland” y de sus habitantes, los Kelpers, contentos bajo la corona del Reino Unido, sin intereses de quedar bajo el mando del Gobierno Argentino. El argumento del parlamento británico era el famoso “Wish” (deseo) de los isleños. Una pequeña palabra que no había sido aceptada por Argentina en un proyecto de acuerdo de paz y que causó tantas desgracias.

Paul con sus primos en las playas del Atlántico Norte.

Mientras Bernadette presentaba a Paul a sus primos en Bélgica, por mi lado, de regreso a Villa La  Angostura, me puse en la búsqueda de una máquina pisanieve. De casualidad, aprendí que Parques Nacionales tenía abandonado en un galpón, un pisanieve que se había quemado en Cerro Catedral y que no  había sido reparado. Era lo que nos faltaba. ¿Pero cómo conseguir una máquina que hace parte de un inventario del Estado? Hablé del tema con nuestro Intendente Mariano Barría (para todos “Nano”, uno de mis ex-alumnos de motocross). Él entendió el problema y la importancia del problema para el pueblo. Nuestra Simple Asociación Cerro Bayo no tenía la posibilidad de conseguir esta máquina en préstamo contra su reparación. Pero si esta oferta la hacía la Municipalidad de Angostura, quizás podía ser aceptada. 

Nano firmó una proposición en la cual, el Municipio se comprometía a devolver el pisanieve reparado después de tres años. El acuerdo convenía a las dos partes y el Intendente de la Seccional de Parques Nacionales Nahuel Huapi aceptó. Nos quedaba el desafío de reconstruir la máquina, consiguiendo los repuestos indispensables.  

Es entonces que reapareció nuestro amigo ciclista, Marc, Globetrotter suizo, excelente mecánico, que me ayudó, durante varios días y largas noches a reparar, lo que iba a ser, el primer pisanieve de Cerro Bayo, durante la temporada de 1982. 

Una semana antes de las vacaciones invernales, nos faltaba solamente la reparación de la cabina y de sus puertas, pero el tiempo no nos alcanzaba para eso y teníamos el apuro de probar la máquina en la nieve. Es así que fue bautizado con el nombre de “El Descapotable”, por no tener cabina.

Jean-Pierre mostrando a Teddy Furlong el “Descapotable”.
El pisanieve “RATRAC” descapotable sobre el Cerro Bayo.

Marc, además de ser excelente ciclista, excelente mecánico, era muy buen esquiador, conocedor de las montañas. Era la persona ideal para pisar la nieve a bordo del “Descapotable”. Nuestros socios no podían creer que además de haber conseguido una máquina importada de Canadá, habíamos traído un piloto-mecánico de Suiza. Nadie hubiera creído que en realidad era conductor de tranvía en Ginebra. Marc se transformó en el héroe de esta quinta temporada. Él se quedó con un recuerdo inolvidable, así como todos los que lo conocieron. 

Otro personaje simpático que apareció a la montaña antes del invierno, fue Daniel Iribarren, recomendado por Julio Vergara. Daniel,  profesor de educación física, nos ayudó con su buena voluntad en múltiples trabajos: ampliación del refugio Isaías, situado a la llegada del Poma, mejoras del Pomita en continuación con una pequeña torre para ofrecer casi 400 metros más de medio de elevación en continuación del Poma grande. Algunos me preguntaron porque se bautizó con el nombre de Isaías ese refugio. En primer lugar porque Isaías Barría fue el primer concesionario de dicho refugio y en segundo lugar por su buena voluntad, siempre sonriendo, dispuesto a ayudar. Hoy día, Isaías se jubiló, después de haber sido parte del “inventario” de Cerro Bayo, por más de 40 años y sigue todavía aportando sus buenos servicios. Con sus cuarenta años de trabajo en la montaña, se hizo famoso.    

Durante esta temporada, también vino a trabajar Josefina Vergara. Daniel y Josefina se casaron y viven ahora en las Canarias dónde educaron a sus hijos. Como ellos, varios jóvenes se conocieron en el Cerro Bayo y se casaron. El Cerro Bayo se transformaba en una “agencia matrimonial”.

Otra sorpresa fue la llegada de Geneviève, la novia de Marc; sin duda, inquieta del cambio de programa de su futuro marido. Entre los dos, atendieron el refugio base. Su atención era muy bien apreciada y todos los querían. 

Geneviève y Marc (1982).

A fin de julio, Bernadette y Paul regresaron de Bélgica. La guerra de las Malvinas había terminado el 15 de junio. El viaje de un total de 42 horas desde Bruselas hasta Villa La Angostura había sido cansador por las largas esperas en los aeropuertos de Madrid y Buenos Aires. Leemos en su carta del 30 de julio de 1982: …Y por fin aterrizamos en Bariloche, dónde Jean-Pierre nos esperaba con impaciencia desde  varias horas, son las 22 horas y emprendemos el camino de Angostura. La ruta se encuentra en mal estado y demoramos más de dos horas para llegar a casa.  La situación económica del país es un desastre, el dólar oficial está a 38.500 pesos y en el mercado negro a 60.000 pesos”. Y en su carta del 13 de agosto 1982: “Estamos los tres en el refugio por tres días, porque Marc y Geneviève tuvieron que ir a Chile para renovar su permiso de turista en Argentina. Paul está encantado acá, ayer, se puso un par de zapatos de esquí. Encontró eso divertido y fue un drama cuando Jean-Pierre los sacó. Seguramente que si su entusiasmo sigue así, comenzará a esquiar el año próximo. Siempre se entusiasma mucho cuando ve la caja de herramientas de su padre o las máquinas de escribir o de calcular de la oficina. Cada día aprende nuevas palabras y siempre se arregla muy bien para hacerse entender. Ayer llegó Jean-Marie al refugio, sin barba. El día anterior se la había quemado con un cigarrillo. Siempre tiene mucha gente en su casa, lo que no le da tiempo de ordenar sus cosas. En la ferretería está desbordado de trabajo con los cambios de precios”. 

Durante esta quinta temporada aparecieron nuevos socios con sus amigos. Poco a poco, el Bayo se hacía conocer. Un evento de la temporada fue la Organización del Campeonato Provincial de Esquí. Se trataba de una carrera de slalom gigante. En esa época fue un honor para Villa la Angostura el haber organizado ese campeonato.

El Campeonato Provincial 1982 en el Cerro Bayo.

Hubo más de cien participantes menores de 14 años, alojados en las casas de los miembros del Club Andino de Villa la Angostura que había tomado la responsabilidad de la organización. Un verdadero éxito para nuestro pequeño Club. Por suerte nuestro pisanieve conducido por Marc dejó muy bien la pista para la carrera, a pesar del mal tiempo, lluvia en el pueblo y temporal de nieve en la montaña. El Gobernador de la Provincia había hecho el honor de su presencia y nos felicitó. Es así que  esta quinta temporada invernal transcurrió agradablemente, a pesar de la crisis financiera provocada por la Guerra de las Malvinas. El 20 de septiembre, Marc llevó Geneviève al Bolsón para que conozca el lugar y sus amigos hippies. Estaban a punto de comprar un terreno en Villa La Angostura para instalarse, pero decidieron volver a Ginebra. Bernadette los había llevado a Bariloche y ella contaba: …Llovía y la ruta estaba en un estado lamentable, barro, pozos,… Sobre más de 8 km derrapamos continuamente. El bus del pueblo había derrapado y estaba a fuera del camino. Los pasajeros, desesperados y muertos de frio, esperando un vehículo para llevarlos a Bariloche”.

El sábado 13 de noviembre de 1982, a pesar de una nube de cenizas volcánicas que cubría el pueblo, se organizó la famosa carrera K42, de 42 kilómetros  para los mejores atletas y de 15 kilómetros  para los demás. Un total de 1.600 participantes. Esta carrera clásica de la especialidad que se organiza actualmente en todas partes del mundo, nació acá en Villa la Angostura, hace varios años. 

Con el aumento de sus competencias y de su capacidad hotelera,  el pueblo se estaba transformando en un Centro de Actividades Deportivas de excelencia.

A propósito del deporte local, tengo que disculparme por haber olvidado de mencionar el 50° Aniversario del pueblo, festejado el 15 de mayo de 1982, con la inauguración del Gimnasio Municipal. Una inauguración que se celebró con tambores y trompetas. Eduardo Hensel era entonces Intendente y gracias a la excelente gestión de su gobierno, la municipalidad había financiado la construcción del gimnasio, bautizado con el nombre de Enrique Barbagelata. Esta construcción fue un verdadero logro, tanto para las actividades deportivas como para los importantes eventos del pueblo. Todas estas actividades se iban a realizar ahora, por fin, bajo techo. No podía haber sido un mejor regalo de cumpleaños para todos los habitantes y que no había costado un solo peso a la Provincia. Eduardo había entendido la importancia de un lugar, dónde la juventud se iba a reunir en un ambiente de deporte y amistad, así que para otros eventos.

Eduardo Hensel durante la inauguración del Gimnasio Municipal.
Bernadette y Paul durante la inauguración del Gimnasio.

Pero volvamos al final del año de 1982, con su primavera lluviosa. Estas lluvias típicas de nuestro clima cordillerano. O tenemos un tiempo maravilloso, soleado, varias semanas, durante las cuales parece que no llueve nunca, o el barómetro baja brutalmente y las nubes viniendo del Pacífico se descargan sin tregua sobre las montañas durante varias semanas.

El 8 de octubre de 1982, Bernadette escribía: “Después de 15 días de lluvia aparece discretamente el sol. Ya estaba harta de esta lluvia, además hacía frío y en la montaña nevaba. Habíamos cerrado la pista de esquí, porque los fines de semana ya no venía casi nadie. La temporada ha sido buena, cada año tenemos más esquiadores, por lo general muy satisfechos. Tuvimos ganancias en los medios de elevaciones y del lado del refugio, cubrimos los gastos. Ahora, Jean-Pierre decidió trazar un camino desde la base hasta la torre 4 del Poma, para que en caso de falta de nieve en la base, los esquiadores puedan tomar el telesquí en el nivel 1.200  dónde normalmente hay”.

Me recuerdo el trazado de ese camino en pleno bosque. Paul me acompañó un día, con sus dos años, recién cumplidos. Lo llevaba en brazos. Se trataba de una verdadera exploración en una vegetación impenetrable de cañas y matorrales que tenía que cortar con un machete. Paul, acompañando su papá, no se daba cuenta del riesgo de perdernos en esa selva virgen por no reencontrar los lugares por donde habíamos pasado ni del riesgo de lastimarse sin poder llamar a nadie (en 1982 los teléfonos celulares no existían todavía). La realización de ese camino fue más un sacrificio humano que económico. No disponíamos de los medios financieros para recurrir a una empresa vial (que además no había todavía en Villa la Angostura). En primer lugar marcamos el trazado, respetando una pendiente inferior al 10% y en segundo lugar limpiamos el sotobosque en un ancho suficiente debajo de los inmensos coihués. Había que evitar las profundas zanjas y ríos que nos hubieran obligado a construir puentes. Una vez terminado la limpieza del trazado, conseguimos, no sin penas, ni paciencia, el permiso de la entidad de Bosques de la Provincia para voltear esos grandes coihués, algunos varias veces centenarios con troncos de casi dos metros de diámetros. El amigo Rubén Lauretta, dueño de un aserradero, aceptó retirarlos. Pero al final abandonó. El transporte le costaba demasiado (todavía no existían los aserraderos portátiles, que hubieran sido la solución para aprovechar la madera). Después pedimos al amigo Longaretti de Bariloche, su colaboración para venir a desplazar la tierra con su topadora, con la esperanza de no encontrarnos con algunas partes rocosas para las cuales hubiéramos tenido que usar explosivos.  Nos transformábamos en una empresa vial. La Asociación Cerro Bayo apoyaba nuestra iniciativa, pero con presupuesto cero. Aparecían muy pocos socios fundadores nuevos y había que empezar a devolver el préstamo efectuado por Country Club Cumelén. Nadie se imaginaba la importancia de la obra para el futuro, pero a pesar de los múltiples problemas encontrados, durante ese fin de año de 1982 y principios de 1983, terminamos el camino desde la base, situada al nivel 1050  hasta el nivel 1200. Camino que íbamos a seguir construyendo varios años después hasta el nivel 1500.  

Bernadette sigue escribiendo: …Jean-Pierre está proyectando un nuevo telesquí a colocar en continuación del Poma Largo. En caso que no esté terminado para el próximo invierno, seguramente estará en 1984. Todo depende de los fondos que dispondrá la Asociación Cerro Bayo. Es una de las razones para las cuales viajará a Buenos Aires con Jean-Marie. Durante la ausencia de Jean-Marie me mudaré con Paul a la casa de Jean-Marie para atender la ferretería. No sé cómo me arreglaré con tantos artículos nuevos y precios cambiando continuamente. La vaca que compramos no es tan buena lechera como nos habían asegurado. Separando el ternero durante la noche, a la mañana no nos da más de 2,5 a 3 litros de leche. La limpieza de nuestro terreno avanza y estamos haciendo algunos cercos suplementarios para nuestros bueyes y la vaca.

La situación económica del país no se arregla todavía y faltan varios artículos en los comercios. Seguramente que ese verano la gente tomará sus vacaciones en Argentina, visto los costos elevados de los pasajes al extranjero.

En el diario, apareció un artículo, avisando que se iba a pavimentar el camino a Bariloche. Considerando la importancia de esa obra, tanto para el pueblo como para el Paso Internacional, esperamos que se haga. Por las grandes nevadas que hubo en junio, fue el único paso cordillerano abierto. Pero después del conflicto de las Malvinas, la situación económica del gobierno no parece estar en condición de empezar esta obra”.

Y en la carta del 23 de octubre de 1982: Esta semana, me llegó la confirmación que  ustedes serán una vez más abuelos en el mes de junio. Por suerte que esta semana estuvieron en casa Marc y Geneviève. No sé cómo haré a partir de la próxima semana. 

Desde que estamos en la casa de Jean Marie, Paul contesta el teléfono cuando suena. Lo que ocurre muy a menudo ahora, después que Jean-Marie puso un anuncio en un diario de Buenos Aires para alquilar su casa durante enero y febrero. Jean-Pierre durante su viaje a Buenos Aires, alquiló el segundo piso de nuestra casa durante enero a una familia con cuatro hijos. Veremos  como pasaremos enero en su compañía. 

Jean-Marie volvió cansado de Buenos Aires, con mucho trabajo  para contabilizar toda la mercadería que le está llegando. Ya contrató a un joven para ayudarle en la tarde. Con los precios que cambian todos los días, estamos obligados de seguir comprando mercadería continuamente. Es el eterno problema argentino, uno se encuentra obligado a invertir un máximo posible. 

Del lado de la montaña, Jean-Pierre está esperando el permiso para el volteo de los coihués para la construcción del camino al nivel 1.200. Es como si las autoridades no se dan cuenta de la importancia del desarrollo turístico de la zona. Ahora, empezaron las reuniones para la campaña electoral. Por el bien del pueblo, Jean-Pierre se siente obligado de participar. Espero que no haya reuniones todos los días como en las elecciones anteriores”.

Estos detalles de nuestra vida dan una idea de nuestras múltiples actividades, a las cuales había que agregar la  del aserradero/carpintería y las terminaciones de nuestra casa para poder recibir nuestros inquilinos durante el mes de enero. Además había empezado la construcción del telesquí a colocar en continuación del Poma, con la aprobación de la Asociación Cerro Bayo, a condición que sea con presupuesto cero. Lo que era un verdadero desafío, visto que la Asociación Cerro Bayo no  podía endeudarse más. A partir del invierno de 1980 el Country Club Cumelén había empezado a abrir su Club House durante las vacaciones invernales y varios socios, dueños de chalet aparecieron. No podíamos desperdiciar lo que la naturaleza nos ofrecía arriba del nivel 1.500, una excelente nieve y una vista incomparable. Motivo por el cuál había decidido fabricar ese telesquí con lo que teníamos. En primer lugar usar la madera que disponíamos en el cerro para las estructuras de las estaciones motor y de retorno, así que para las torres y ménsulas con postes de coihué. A Francisco Gaete, le gustó la idea y se puso a juntar lindos troncos de coihué con los bueyes.

En esos días, había aprendido que los concesionarios del Cerro Campanario, habían cambiado los balancines de su telesilla y me cedieron a buen precio los balancines en desuso.

Para la estación motor y de retorno, decidí utilizar el motor y la reductora  de nuestro telesquí portátil Jumbomatic.   

Por tener seis torres en continuación del Poma largo, de doce torres, los esquiadores lo bautizaron con el nombre de “Pomita 18”. 

Para las perchas retiramos treinta perchas de las 120 del Poma largo, con la esperanza de poder fabricarlas en el futuro. 

Jean-Pierre proyectando el Pomita 18 bajo la mirada del maestro Paul.

 

Montaje y ajustes del Pomita 18 con sus torres de madera.

Paul había nacido el año del Poma Largo en 1980. Hélène iba a nacer el año del Pomita 18. Dos fechas importantes en nuestra  historia familiar y en la historia de Villa la Angostura.

Adjunto acá el plano de la estación motor y un artículo publicado en diciembre de 1983 en la revista francesa “Aménagement et Montagne” con el título: “Historia original de un belga en Argentina”. Lo que había llamado la atención del periodista, era que armamos el telesquí solamente entre tres (Francisco con el famoso Mallín Delgado, especialista en hacer desaparecer las raíces de los coihués, y yo), pero sin olvidar la ayuda de nuestros bueyes bien adiestrados.

Lo increíble es que nuestro “Pomita 18” funcionó siete años consecutivos con sus torres de madera, bajo la admiración de nuestros esquiadores. Su problema principal era su situación sobre un filo, donde el viento hacía descarrilar el cable. No era fácil hacer entender a nuestra clientela que por problema de fuerte temporal, teníamos que suspender el servicio. Solamente en el año 1990 se colocaron torres metálicas, también “Home Made”. Ahora, con la fabricación del Pomita 18 y sus numerosas puestas a punto, habíamos aprendido muchísimo en el arte del transporte por cable, lo que nos iba a ayudar, como lo van a constatar, cuando se coloquen los demás medios de elevación. 

Hace poco, Jacques Pignier (ex intendente del pueblito de Abondance en Alta Saboya, de quien hablaremos en un próximo capítulo) tuvo la gentileza de mandarme un libro contando las historias apasionantes de los primeros Telesquíes en Francia, historias parecidas a la nuestra con la construcción de nuestro Pomita 18. Una lástima no haber podido leer esta obra en 1982. 



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