Capítulo 47: Turismo en Suiza y en Nueva Zelanda.

Una vez el techo del tenis terminado, Bernadette y yo viajamos a Suiza para encontrarnos con nuestros amigos, Paul y Antoinette Glassey, que habían sido nuestros entusiastas colaboradores en el desarrollo del Cerro Bayo. Antes de contarles la venta de las acciones de nuestra Sociedad Anónima, participamos con ellos en la cosecha de la alfalfa para los caballos de su hijo Étienne con la recompensa de un buen almuerzo en la cocina de Antoinette.

La cosecha.
El almuerzo.

Fue la ocasión de hacer turismo en ese magnífico país.

Bernadette en Zermatt.
En el pueblito de Saint Luc, nos invitan los hermanos Zufferey, que habían trabajado en el Cerro Bayo durante el invierno del  año 2000.

Hicimos varias excursiones en el Cantón del Valais, sin olvidar los Castillos “Valère” y “Tourbillon” de Sion, así como de  visitar el famoso coleccionista de antigüedades de Sanetch, el glaciar del Rhône, varios diques y varios sitios extraordinarios como el “Monasterio Saint Bernard”, el Bettmeralp, etc.

El glaciar “GORNERGRAT”

En los atardeceres, después de estas interesantes excursiones terminábamos el día, invitados a cenar en las casas de los amigos que me habían ayudado durante mis veinte años de búsqueda de materiales para el Cerro Bayo, entre las cuales las familias Trombert, Borloz, Andereau, etc.

En ese principio de invierno del 2007, por primera vez desde 1978, no tuvimos que preocuparnos por la temporada de esquí. Por suerte para nuestros compradores, la nieve había llegado a tiempo. Andalué se encontraba bajo la nieve y aprovechábamos nuestra cancha de tenis cubierta para promover nuestra nueva actividad.  Pasábamos del esquí al tenis.

Paul, después de algunos meses en Nueva Zelanda, ya propietario de un lindo automóvil Toyota con caja de velocidades automática, nos invitó a venir a conocer este magnífico país.

Nueva Zelanda, es diez veces más pequeño que Argentina. Tiene  aproximadamente cuatro millones de habitantes, o sea la misma proporción por kilómetro cuadrado que Argentina. Por su situación, entre los mismos paralelos que nuestro país, disfruta un clima parecido con sus ovejas y sus pistas de esquí en el sur y en el resto del país sus viñas, sus cereales, crianzas bovinas, etc. Los únicos inconvenientes son los frecuentes temblores. En cuanto a su política y su organización es lo contrario de la nuestra. Las rutas están perfectamente mantenidas y los diarios anuncian como prioridad las buenas noticias.

El 21 de Octubre del 2007, Édouard nos llevaba al aeropuerto de Bariloche, donde tomamos el avión para Santiago de Chile y de allí el avión para Auckland donde aterrizamos después de la larga travesía del Océano Pacífico (13 horas de vuelo) y donde tomamos un avión de cabotaje hasta Queenstown donde nos esperaba Paul para empezar nuestro periplo turístico.

Los paisajes de Queenstown son parecidos a los de nuestra zona. Un lindo lago rodeado de montañas con su pequeña ciudad turística bien urbanizada y bien mantenida. Sobre el lago un antiguo barco propulsado por sus dos grandes ruedas de ambos lados de la embarcación, ofrece un servicio regular que me recuerda la navegación sobre el lago de Ginebra.

Paul y Bernadette en el puerto de Queenstown.

Los primeros colonos de la zona fueron los buscadores de oro, seguidos por los criadores de ovejas, actividad a la cual se agregó la del turismo en pleno desarrollo actualmente. Desde el principio del siglo pasado, muchas zonas en los alrededores son Parques Nacionales muy bien organizados para realizar excursiones de senderismo con sus lugares para picnic y refugios para pernoctar, todo muy bien señalizado.

Visitamos una antigua mina de oro donde admiramos la ingeniosidad de los mineros del siglo XIX para extraer del suelo ese precioso metal, desgraciadamente era muchas veces bajo un tratamiento inhumano de los trabajadores en su mayoría de raza asiática.

Bernadette la buscadora de oro.
Casa de minero

Paseamos por dos Parques Nacionales, disfrutando de sus impecables organizaciones con letreros explicativos de las dificultades y de la duración de las excursiones. Algunas cortas y otras de hasta varios días.

Excursión de 40 min.

Al sur de Queenstown hicimos una excursión en barco hasta el mar de Tasmania. Se trata de un largo fiordo, donde llueve todo el año. Las orillas son abruptas con enormes cascadas.

Navegando bajo las cascadas en el fiordo MILFORD SOUND.

Después nos dirigimos al norte, hacia la linda ciudad de Wanaka. La costa está separada de la parte urbana con un espacio de más de mil metros sin ninguna construcción, reservada a los deportes y paseos.

Costanera de Wanaka.
Las avenidas de Wanaka.

Los neozelandeses aprendieron a usar inteligentemente su territorio. Eso no ocurrió al principio de su colonización. En realidad son los temblores los que han contribuido para reconstruir ciudades enteras con nuevas y excelentes urbanizaciones. Dios sabrá si un día un temblor destruya Bariloche, y si eso provoca una reconstrucción  bien planificada, aprovechando el inmenso espacio que ofrece la Patagonia. Para lo cual se necesitarán gobernantes que no se dejarán influenciar por los negocios inmobiliarios.

Después de pernoctar en Wanaka en un BBH (Budget Backpackers Hostel) seguimos hacia el norte, pasando por “Fox Glaciar” hasta el pueblo “Franz Joseph”.

Al día siguiente, descubrimos la costa oeste con el pueblito “Hokitika” y sus paisajes de grandes praderas con sus crías de ovejas y montañas nevadas en el fondo.

La crianza intensiva de ovejas en praderas divididas.

El 29 de Octubre del 2007, llegábamos a la hermosa ciudad de Christchurch, donde residía y trabajaba Paul. Conocimos su alojamiento, que compartía con unos buenos compañeros venidos de distintas partes del mundo. Ellos, como Paul habían venido a hacer una pasantía de un año, autorizada por la Embajada Neozelandesa de cada uno de su país de origen.

Christchurch es una espléndida ciudad situada al borde del mar con un bello parque botánico en pleno centro, un armonioso urbanismo que apreciamos durante un paseo en un antiguo tranvía turístico.

También visitamos el interesante museo y subimos a bordo de una telecabina a un mirador que ofrece un amplio panorama sobre el puerto y la zona alrededor de la ciudad.

Luego, conocimos Summer, Kaikora y el Parque Nacional Abel Tasman en el borde del Pacífico y llegábamos a la ciudad de Nelson situada en el centro del país, al sur del estrecho que separa la Isla del Norte con la del Sur.

Picnic en la costa del mar.
Paseando por el Parque Nacional ABEL TASMAN.
Nuestra llegada a Nelson.

Luego de Nelson, navegamos en un “Ferry” desde PICTON hasta WELLINGTON, llegando así a la Isla Norte para empezar la segunda parte de nuestro viaje. Pernoctamos en el pueblito Paekakariki al borde del mar. El pueblo no tiene más de tres calles y al siguiente día, salimos hacia WELLINGTON, donde asistimos a una misa cantada en latín, acompañado por un inmenso órgano. En la tarde visitamos el museo, empezando la visita, bajando por una escalera para descubrir las fundaciones del edificio, que se encuentra apoyado sobre “cojines” de goma, colocados en sándwiches entre el hormigón de los cimientos y del edificio para amortiguar los fuertes movimientos del suelo. Un día completo hubiera sido necesario para descubrir todo el museo, pero a las 18 hrs., el museo cierra y salimos contentos de haber aprendido tanto sobre la historia del país, de sus nativos y de todos los que participaron en el desarrollo de estas dos grandes islas perdidas en el medio del Pacífico.

La próxima etapa nos llevó a Napier en la orilla del océano. La ciudad fue totalmente reconstruida en un estilo “art-déco” después de un terrible terremoto en 1931. Visitamos el Museo Nacional “Aquarium” donde paseamos por un túnel bajo el agua, admirando los peces, tortugas, nutrias marinas, etc. Un caimán y un cocodrilo viven en buenas relaciones. Siendo bien alimentados, todos estos animales no se comen entre sí.

Por fin conocimos al  “Kiwi” (el animal emblema de Nueva Zelanda) que vive en la oscuridad.

El Kiwi, la mascota del país.

En cada etapa visité el club de tenis del lugar, aprovechando cuando podía, de un partido de tenis sin entender a mis compañeros. Por suerte, son gente encantadora quienes después del partido no aceptaban que pague las bebidas. Mientras tanto Bernadette y Paul salían a hacer las compras para la cena y el picnic del día siguiente.

La próxima etapa es la ciudad de Taupo, a la orilla de un gran lago, donde alojamos una vez más en un BBH, aprovechando este excelente sistema de hospedaje donde cada uno prepara su comida en una cocina común con sus muebles, horno, heladera, etc., y donde todo el mundo, bien educado,  respeta el espacio y los alimentos de los demás.

Desde que viajamos a través de la Isla del Norte, encontramos numerosas “fumarolas” en actividad. Paseamos alrededor de estos cráteres escupiendo vapores con olores a azufre. Algunos parecen verdaderas ollas en las cuales el agua se encuentra en ebullición, en la cual, dicen que los indigenas “Maoris” cocinaban sus aves y otros alimentos, hasta el piso es caliente. Ya varias de estas “Fumarolas” producen hoy electricidad. Una energía renovable económica.

Bernadette paseando entre las “FUMAROLAS”.

Después de Taupo y sus “Famarolas” seguimos en dirección de Auckland, pasando por”Huka-falls”. Se trata de un gran lago que fluye con una fuerza increíble entre rocas para formar un río que es un verdadero torrente. Es una de las atracciones más espectaculares de Nueva Zelanda que se formó por la erosión de la roca sobre la cual fluye el agua desde hace miles de años.

Hacemos una penúltima escala antes de Auckland en el pequeño pueblo de “Rotorua” donde cenamos en una comunidad Maorí. La organización es impecable: A las 18 horas, nos vienen a buscar para llevarnos a un histórico pueblo maorí, donde verdaderos descendientes de esta comunidad nos reciben con cordialidad  en sus carpas. La velada empieza por un paseo en la selva con el ruido de un TAM-TAM lejano, acercándose y asustándonos, hasta el momento que en un desvío del río aparece una canoa con sus guerreros maoríes cubiertos de tatuajes, vociferando sus gritos de guerra que nos hace pensar a los famosos “All Blacks”, los súper campeones de rugby, seguramente descendientes maoríes. Volviendo de la selva, nos muestran cómo se prepara el “HANGI”, parecido al “CURANTO” chileno con pollos, cordero y verduras, todo cocido sobre piedras en un pozo cubierto de hojas de palmera. Una excelente cena acompañada de cantos indígenas, seguido de otro paseo por la selva para ver lombrices fosforescentes.

Volviendo a nuestro hotel, pensábamos en la buena idea que tuvieron estos maoríes para comunicarnos cómo vivían sus ancestros. Lo que, en nuestra zona, un día, don Isidoro  Quintupuray de la Hostería Siete Lagos, en el fondo del lago Correntoso, me contó sobre su antepasado, incluyendo las  costumbres, creencias, actividades y tradiciones parecidas en varios aspectos a la cultura de los Maoríes. Qué interesante sería que los descendientes de los nativos de nuestra zona, ofrecieran un espectáculo histórico parecido, explicando las diferencias entre las distintas tribus que ocupaban la Patagonia, contando la invasión de los araucanos en la época de la colonización española, seguida unos siglos después de la campaña del desierto y de la llegada de los colonos ganaderos y agricultores. Aclarando con una representación didáctica como se organizaban para vivir en una Cordillera tan inhóspita. Una representación cultural para los turistas, quienes en su mayoría tienen pocos conocimientos de la historia de la Patagonia.

En 9 de noviembre del 2007, después de esta interesante travesía en Nueva Zelanda, llegábamos a Auckland, donde nos quedamos dos días a visitar la ciudad con un paseo en barco en la bahía, siendo la ciudad de los navegantes con sus hermosos veleros. También descubrimos la ciudad desde su famosa “SKY TOWER”, seguido de un paseo gratuito en un confortable bus turístico y la visita de una espléndida estación de ferrocarril y del museo.

Admiramos también la solidez de los edificios para resistir a los temblores. Y así, terminábamos nuestro periplo con el recuerdo de haber descubierto un hermoso país, muy bien organizado a pesar de sus terribles terremotos, con la esperanza que Argentina tome ejemplo de su organización.

Vista del puerto de Auckland desde la “SKY TOWER”
Súper velero de competición.
  Súper edificio Antisísmico.

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