Capítulo 23 Nacimiento de Édouard y la construcción de la Telesilla.

A partir de este verano de 1986/87, Papy y Mamy se acostumbraron a venir año por medio, a pasar el verano con nosotros. Llegaban pocos días antes de Navidad, y se quedaban hasta fin de febrero.

Navidad en Andalué.

Papy y Mamy llegaron a tiempo para ver Papá Noel, llegar por la chimenea de Andalué y participar a la misa de Navidad celebrada por los hermanos Oreste y Ángel Tizzani. El día del año nuevo, participaron del asado tradicional de Jean-Marie en compañía de su familia política. No pudiendo expresarse en el idioma, la conversación se hacía con gestos y amables sonrisas de los dos lados. Se quedaron justo dos meses. Los chicos estaban tristes de verlos irse. 

Nuestra civilización, tiene tendencia a separar los ancianos de la vida familiar, sin darse cuenta del valor de su presencia. El abuelo en su sillón, leyendo su diario y la abuela haciendo un bordado, los dos observando sus nietos, siendo sus confidentes íntimos, enriquece el ambiente familiar. Cuando los abuelos se fueron, Hélène no entendía porque se habían ido y para consolarse se iba a acostar cada noche con el pañuelito de su Bonne-Mamy.   

Fin de febrero 1987, se van Papy y Mamy.

En su carta del primero de marzo de 1987, Bernadette expresa su nostalgia después que se habían ido sus padres: “El día después de su partida, fui a saludar a las hermanas, quienes les agradecen mucho por su visita. No tienen la vida fácil, les gustaría hacer más actividades, pero la Dirección de su Congregación no les permite, además el mantenimiento del edificio les ocupan una buena parte del día”. 

Nadie se imaginaba la importancia que iba a tomar esta obra más adelante. Hoy día, nuestras hermanitas de la “Virgen Niña” dirigen una escuela gastronómica de primer nivel, dónde los alumnos reciben una formación secundaria, además de un oficio. Eso en un ambiente de paz y entusiasmo, mientras muchas escuelas del país sufren numerosos problemas en la formación de sus alumnos. 

En el Cerro, la construcción de la telesilla empezaba. Como en el momento de la instalación del Poma, recurrimos a nuestro amigo consejero, Bruno Pértile. Con sus 50 años de experiencia en obras civiles de envergadura, no podíamos tener un mejor director de obra. Bruno nos daba un verdadero curso de ingeniería y de aprendizaje del uso del teodolito. Italiano muy honesto, hombre culto y excelente pintor artístico. Bruno midió con precisión el perfil de la implantación, para mandarlo al Ingeniero Yves Declève en Grenoble, para los cálculos del proyecto.

Para disponer de una parte del dinero necesario habíamos vendido un terreno muy lindo de una hectárea sobre la costa del lago.

Ese verano, tuvimos varios incendios: Por suerte todos han podido ser combatidos y muchos se preguntan las medidas que tomará el Gobierno para los próximos años. Hoy, a parte que nuestros bomberos están más equipados, la situación no cambió, con el inconveniente que ahora casi nadie utiliza leña para calefacción o para cocinar y que en los bosques las maderas secas se acumulan. Eso con el aumento del turismo y de la mayor cantidad de habitantes podrían provocar más incendios. Hay que tomar en cuenta también el riesgo provocado por el aumento de los pinos Oregón, muy inflamables por su resina, que están tomando el lugar de la vegetación autóctona.   

Paul único rubio de su clase de primer grado.

A principio de marzo de 1987, Paul empezó su 1er grado en la escuela 104 de Villa La Angostura. En casa, Bernadette seguía dándole el  programa de estudio de Francia. El primero de abril, ella escribe: “No siempre es fácil hacerlo trabajar en casa, porque cuando su padre se encuentra en el taller, su cabeza está allí. Pero sabe que su madre tiene paciencia y no afloja. Está progresando en las escrituras  pero prefiere las matemáticas” (Paul ya se dirigía hacia una carrera científica). Hélène está muy contenta en el jardín de infantes pero quiere cantar más”.

Mamá Raemdonck llegó a fin de marzo a se alojó en “Los Tres Mosqueteros”. Michel la invitó a dar una vuelta por Osorno, Puerto-Montt y la Isla de Chiloé.

Durante su estadía en Andalué, dejó en nuestro libro de oro un gentil texto que voy a probar de traducir: 

Después del fallecimiento de papá, esta estadía en “Andalué” ha sido para mí particularmente agradable.

En ese sitio maravilloso, ese panorama prestigioso, la casa que han construido, ofrece con buen gusto un sentido práctico.

Pude apreciar su comodidad, la paz, la tranquilidad y el silencio, el aire puro: Tantas cualidades tan difíciles de encontrar en nuestra época.

Pero recuerdo especialmente su afecto en las múltiples atenciones de las cuales fui  objeto.

De lejos pero cerca de mi corazón, pensaré a la cuna que espera su tercer hijo, para el cual tengo mis mejores deseos.

Evocaré también a Paul y Hélène, que pude conocer mejor y a todos los recuerdos en sus numerosas actividades, incluido el Cerro Bayo, impresionante realización destinada a un magnífico porvenir, recompensa segura de tanta energía y trabajo.

Pueda la familia que forman continuar a alegrarse en el Amor, la Alegría y la Harmonía.

Gracias por todo. 

Maman y Bonne-Maman. Este 30 de marzo de 1987

Ella nos dejaba así un hermoso recuerdo de su presencia en Andalué. 

Si bien la mayoría de los elementos de la telesilla iban a venir de Francia, como les había explicado anteriormente, la Aduana Argentina no permitía la importación de los elementos de sostén. Es decir, las estructuras que mantienen los accesorios mecánicos: las torres y las estructuras de las estaciones de motor y de llegada. El problema era fabricar todas estas cosas acá. Por casualidad, un amigo de Villa Regina, a quién había contado el asunto de las torres, me llamó para avisarme que un vecino chatarrero había conseguido a un precio irrisorio un sobrante de caños de gasoductos de la Compañía YPF. Se trataba de caños nuevos de 800 mm de diámetro de primera calidad. El único inconveniente es que el proyecto mencionaba caños de 500 mm. No los podía comprar sin la autorización de Yves Declève. No olvidé su contestación cuando conseguí comunicarme con él por teléfono desde el Correo de Villa-Regina: “¿Porque nos hacen calcular, si después ponen el doble del material necesario?” No le podía explicar que estos caños me costaban la mitad de los que habían calculado. 

El modelo de torre previsto para nuestra telesilla.

En la montaña, empezábamos, bajo la dirección de Bruno Pertile las primeras bases de hormigón. En Francia, me habían explicado que bastaba cavar con exactitud los pozos, colocar los hierros y bulones de anclajes y llenar el pozo con el hormigón. Pero nuestra experiencia con el Poma nos había hecho entender que en el Cerro Bayo eso era imposible.

Alfodo, Violeta, Manuel y Francisco vertiendo el hormigón.
Bruno y Paul verifican el primer cimiento recién terminado.

Como se trataba de un suelo de arena volcánica, el pozo se desmoronaba a medida que lo cavábamos. En varios lugares esta capa volcánica era de más de dos metros de profundidad. No podíamos apoyar los cimientos sobre un suelo tan inestable y abajo nos encontrábamos con un suelo arcilloso, sobre el cual tampoco podíamos apoyarlos. 

Tuvimos que llamar al ingeniero Pablo Repossini de Bariloche, especializado en estudios de suelos. Además, Bruno nos hizo agregar debajo de cada base un zócalo de hormigón, de dos por dos metros por 50 cm de espesor. Es decir que tuvimos que poner por lo menos el doble del hormigón calculado en Francia. Estábamos seguros que no había peligro que caigan las torres, pero que gasto, trabajo y transporte de materiales que eso nos exigió. 

Nuestro primer camión canadiense.

Eran tantas toneladas de ripio, arena, cemento y hierros que se requerían y no teníamos los medios para transportarlos. Con nuestros bueyes, no íbamos a terminar nunca de subir todo ese material. Compramos un camión “Canadiense”, doble tracción de la Segunda Guerra Mundial (1940) para solucionar el problema. Desgraciadamente su motor no tenía la potencia suficiente para subir las toneladas de materiales. Cuando subía con una tonelada de carga, no alcanzaba la velocidad de una persona caminando. El cambio de motor no fue fácil. La carga y descarga se hacía a mano, con el inconveniente que no siempre el camión llegaba al lugar del cimiento. Con carretillas teníamos que cubrir los últimos metros hasta la hormigonera.

En Bariloche en la espera del nacimiento de Edouard.

El día del nacimiento se acercaba: … “Ya estamos en Bariloche. Alquilamos un pequeño departamento en el edificio “Bariloche Center” al lado del Centro Cívico, con servicio de limpieza incluido”. 

Desgraciadamente, también estaba incluido un ruido infernal por las malas aislaciones de la construcción. 

Paseando en la Costanera con Martine Groverman.

Por suerte anduvo todo bien y el 8 de mayo, nació Edouard. Todos nos habían acompañado antes, durante y después de ese hermoso evento de la vida. A pesar de su edad, Martine Groverman nos había ayudado a pasear Paul y Hélène en Bariloche.

La llegada de Edu, bien recibido por Hélène

El 16 de mayo de 1987 Bernadette cuenta: “A partir de ahora, tenemos un nuevo miembro en la familia. Pequeñito rubio, linda cabeza redonda, 3,050 kg con 51 cm. Edouard se porta bien, con buen apetito y duerme bien.  La clínica se encuentra sobrecargada y el personal no alcanza, así que las mamás tienen que ocuparse mucho más de sus bebés. Salí el miércoles 13. En nuestro departamento hay un ruido impresionante hasta las cuatro de la mañana. Por suerte que no vivimos acá todo el año. Paul y Hélène vinieron por turno a conocer su hermanito. Hélène estaba muy impaciente, queriendo darle besitos continuamente y tomarlo en sus brazos. En cuanto a Paul, sin duda que está contento pero no lo demuestra como su hermana”.

De regreso a Andalué.

Durante ese mes de mayo, seguía un clima primaveral a pesar que había nevado 4 cm de nieve en casa, a principio del mes. Otra vez, nos preguntábamos cómo será el invierno. No podíamos asegurar tener nieve en la base a principio de las vacaciones. En el futuro la telesilla nos iba a solucionar el problema, llevando los esquiadores al nivel 1500, dónde normalmente hay nieve a partir de junio hasta fines de septiembre. Además la telesilla, iba ofrecer un panorama único a los turistas todo el año. El proyecto valía la pena y no había que tardar en ejecutarlo. Durante enero de 1987 había realizado un corto viaje a Grenoble para verificar el material conseguido por el ingeniero Yves Declève y estudiar el tema del transporte y como hacer la factura para efectuar los trámites de importación. Después con varios intercambios por fax, pudimos seguir los detalles del flete marítimo y otros problemas. Copio acá uno de estos fax del ingeniero Yves Declève:

 “Estimado Jean-Pierre, espero que los cimientos se estén realizando sin inconvenientes. (No le contaba todos los problemas que teníamos que enfrentar con nuestros bueyes, camión canadiense, de los desmoronamientos de la arena volcánica, de nuestra falta de experiencia, etc.). Ahora, pienso que el mejor hormigón es el que se hace con hormigonera directamente en el lugar. (Por lo menos nuestro método era el mejor). En Francia se hace el hormigón en camiones mezcladores, a veces durante dos horas y después se lleva con helicópteros cuando el hormigón ya empezó a fraguar. Se trata entonces de una mezcla casi muerta, lo que explica dos accidentes que se produjeron en Francia la semana pasada. Dos estaciones de llegada se rompieron, una durante la noche, sin consecuencias humanas, la otra de día con la consecuencia de seis muertos y 35 heridos”.

Por suerte que en Angostura no teníamos camión mezclador, ni helicóptero. De cualquier manera con nuestro amigo Bruno Pértile, eso no hubiera ocurrido. 

La situación política y económica, una vez más, no era brillante. El presidente Alfonsín había sido elegido democráticamente con el 52% de los votos y había anunciado que con la democracia íbamos a poder comer, tener buenos servicios médicos y educación. Desgraciadamente la devaluación venia galopando y el diario “Clarín” del 3 de mayo de 1987, daba cifras alarmantes: “El salario promedio es de 291,92 Australes y la canasta familiar cuesta 547,24 Australes”. El 8 de junio el Presidente Alfonsín declara la “Ley de Obediencia Debida”. Con la consecuencia de la impunidad a los criminales de las fuerzas armadas (militares, policía, gendarmería, penitenciar, etc.) que habían violados los derechos humanos durante la dictadura militar, con la excusa que estas atrocidades habían sido ejecutada bajo órdenes con obligación de obediencia. Además el gobierno sigue anunciando la “Mudanza de la Capital” a la ciudad de Viedma. Proyecto irrealizable que servía solamente a distraer la opinión pública.   Para nosotros, en nuestro rinconcito de la Cordillera, todas estas informaciones parecían venir de otro país, distinto al nuestro, dónde seguíamos con nuestras ocupaciones diarias sin preocuparnos mucho de tantos disturbios económicos, políticos y otros. Nos preocupaba mucho más el problema de la nieve que no aparecía. 

La temporada invernal de 1987 se acercaba, pero cuando nevaba, la nieve se derretía. El 24 de junio de 1987, Bernadette escribía: …”Nevó un poquitito en las cumbres, pero durante estos últimos días llovió mucho con una temperatura 7° a 8° de día y noche. Los pocos turistas en Angostura, están desesperados, en Bariloche la situación está peor, porque allí son miles de personas que dependen de la nieve y muchos se endeudaron demasiado”. 

Años tras años nos dábamos cuenta que nunca íbamos a enriquecernos con la actividad del esquí. Nuestras esperanzas quedaban con la actividad de la telesilla todo el año (teniendo en cuenta las épocas de baja temporada y de mal tiempo). El panorama en 1500, a la llegada de la telesilla, era lo que iba a salvar nuestra empresa y permitir mejorar nuestras instalaciones para la práctica del esquí. Comercialmente tendríamos que haber invertido menos en la actividad del esquí, pero el pueblo necesitaba una temporada invernal y teníamos que ser solidarios. Pero, todavía nos faltaba mucho para colocar este medio de elevación que iba a ser la columna vertebral del Centro.

Pronosticando que no íbamos a tener nieve en la base durante esta temporada, alargamos la alfombra plástica abajo el Poma con el fin de permitir a los esquiadores poder subir hasta el nivel 1500. Allí les podíamos ofrecer una pista de 1000 metros, aprovechando el Pomita 18 y el Poma a partir de la torre 9.

En la carta de Bernadette del 12 de agosto de 1987, leemos a propósito de ese invierno caprichoso: “La nieve es muy caprichosa, un día cae, el día siguiente tenemos buen tiempo y el tercer día llueve, es bastante deprimente. Por suerte, tenemos los grupos de la Universidad de Buenos Aires y de Lomas de Correntoso para salvar la temporada. Paul y Hélène aprovechan el poco de nieve, tomando el Poma con su padre y bajando caminando la última parte de la pista. Apenas se termine la temporada, Jean-Pierre reanudará su trabajo de la telesilla. Los materiales saldrán el 2 de septiembre de Marsella.

El domingo, bautizamos Edouard. Su padrino y madrina llegaron especialmente para este evento. Vinieron con cinco de sus ocho hijos y la abuela. Hacía mucho frio y en la mañana del viernes había empezado a nevar abundantemente. 

Al momento del bautismo, el Padre Ángel ha vertido una buena cantidad de agua del Jordán sobre la cabeza (era agua traída  por los abuelos de Bernadette, durante su luna de miel en Palestina en 1897, para el bautismo de sus  descendientes). Después hicimos un pequeño agasajo en casa”.

El Padre Ángel bautizando Edouard, en brazos de su madrina.
La familia completa.

Nuestros amigos Teddy y Grazziella Furlong habían traído mucha nieve para esquiar en el Cerro Bayo, donde había poquitos esquiadores, para disfrutarla. Igualmente para el personal que aprovechaba de un momento libre para hacer “Una” bajada. En nuestra Escuela de Esquí, los seis profesores aprovechaban su tiempo libre para perfeccionar su estilo. Al final, habían pocos esquiadores que pagaban en proporción a los que no pagaban.

La Escuela de Esquí: Nucho Mazza, Melita y Roxana Hensel, Miguel Martínez, Johnny Badessich y Rafael.

El 21 de agosto de 1987, Bernadette escribía: “Hoy día, es el cumpleaños de Paul, quien como lo pueden imaginar está muy contento de la estación de ferrocarril que ustedes le han regalado”. 

Paul había pasado tantos días a mirarla en el catálogo “Marklin” y por fin la podía disfrutar.

En el cerro apareció un problema, fue por culpa de uno de los patrulleros. Había aparecido sin recomendaciones y no nos habíamos imaginado que nos iba a causar problemas. Hasta el día que apareció la policía en la base, viniendo a arrestarlo. La policía había requisado su alojamiento y había encontrado una cierta cantidad de marihuana. El perseguido se encontraba en la parte superior de la montaña. Un policía nos pidió poder encontrarlo de manera discreta para que no tuviera tiempo de escapar. Le aconsejamos subir con el Poma. Pero no sabía esquiar. Equipado con su revolver a la cintura y de un par de esquís a los pies, bien decidido, agarró una percha del telesquí y cayó apenas había salido. Probó nuevamente para caer otra vez y volvió a probar varias veces más hasta que entendió. Llegó arriba donde encontró el delincuente en el refugio de Isaías, y le puso las esposas. El policía había llevado un espejito, con el cual, desde el filo del Cerro, aprovechando los rayos de sol encima de la Cordillera, hizo señales a la comisaría del pueblo para avisar la captura. En esa época, la policía sabía comunicarse con medios rudimentarios. Este hecho impresionó fuertemente Paul que recién había cumplido sus siete años. Paul lo quería a este patrullero, lo admiraba y siempre que podía lo acompañaba. Le explicamos la verdad que aceptó, pero no sin pena. En cuanto al policía, a raíz de su aventura, vino varias veces esquiar con su esposa. Pero desgraciadamente, este incidente fue el principio de esta plaga mundial en nuestro rinconcito de los Andes.

El Pomita 18, muy solicitado.

El Pomita 18, con sus torres de madera, seguía dando satisfacción. Por lo menos cuando no había demasiado viento. En éste caso descarrilaba, pero rápidamente estaba rehabilitado.          

Raúl Moraga e Isaías Barría encarrilando el Pomita 18.

Durante la segunda quincena de setiembre pasaron dos “Globetrotters” franceses que pasaron algunos días con nosotros. En recuerdo de mi viaje en moto con Charles a través de las Américas, siempre guardábamos un lugar para alojar esos  aventureros, a la búsqueda de nuevos horizontes. Estos habían llegado en bicicleta desde Mendoza (1000 km de ruta en mayor parte de ripio) y nos dejaron en nuestro libro de oro estas palabras: “Encontré acá un refugio de paz dónde vive una familia muy unida que cultivan todavía los valores morales olvidados en nuestras ciudades intoxicadas de materialismo y de egoísmo. Aquí, una acogida y una cálida estadía nos han permitido de conocer un país que nos escondía todavía muchas realidades.  Para mí la felicidad se resume en pocas cosas que encontré acá: la simplicidad y el acercamiento con la naturaleza. Nuestra incursión en bicicleta se termina, pero su encuentro nos dio las ganas de volver un día, porque sabemos que hay amigos que nos esperan. Gracias por habernos recibido tan bien. François. 22 de septiembre 1987”.

Era un excelente recuerdo de ellos. Dios sabrá si volverán un día.

Nuestra modesta temporada de esquí se terminaba e íbamos a retomar la construcción de la telesilla. Nuestro amigo, monje trapense, hermano Juan Bautista nos había escrito: “Si papá no me hubiera confirmado que era un teleférico (Jean se confundía con nuestro proyecto más modesto de telesilla en vez de teleférico) que estabas construyendo, no lo hubiera creído. ¿No es un trabajo de ingeniería? ¿Eso no cuesta una fortuna? Para mi estás haciendo milagros realizando lo imposible”.

Lo imposible, hubiera sido hacerlo en un tiempo mínimum con el poco de capital que disponíamos. 

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