Capítulo 13: 1978 - Primera Temporada invernal en Cerro Bayo.

Además de nuestros múltiples proyectos, diariamente teníamos que solucionar varios pequeños inconvenientes, entre los cuales, les cuento uno: En Bélgica había dicho a Bernadette que en Argentina se fabricaba excelentes  lavarropas y que no valía la pena traer uno de Bélgica. Es así que apenas llegados a Buenos Aires, nos pusimos en búsqueda de la mejor máquina en el mercado. No voy a olvidar nunca las explicaciones del vendedor que nos ofrecía un modelo de “Última Generación”. Yo, orgulloso de haber encontrado por fin un modelo tan perfeccionado, traducía en francés a Bernadette las explicaciones del vendedor, que insistía que un único botón tenía tres posiciones: 1° Poco Sucio,  2° Sucio,  3° Muy Sucio. Bernadette preguntó entonces: “cómo se juzgaba el estado de suciedad de las ropas y preguntaba a cuantas revoluciones por minutos giraba el tambor”. La contestación fue sin vacilación: “Altas Revoluciones Señora”. Al final, antes de decidirnos por esta compra tan importante para el porvenir de nuestro matrimonio, me animé a preguntar al vendedor si había usado alguna vez esta maravilla. Su mirada fue terrible. ¿Cómo un cliente podía permitirse preguntarle si él, vendedor profesional, se había rebajado a una tarea de mujer? Bernadette en su tercera carta:… “Durante este fin de semana Jean-Pierre tuvo que desarmar la máquina de lavar porque las ropas salían más sucias que antes del lavado, que lástima no haber comprado una buena máquina  en Bélgica. Para olvidar el problema, aceptamos una invitación a cenar en El Messidor con la familia del Gobernador. La hija festejaba su cumpleaños, el menú fue suculento”. Lo que nos vino bien, después de nuestro problema de lavarropas. Aprovechamos para invitar al Gobernador al día siguiente, para que vea los avances de la ruta, la construcción del refugio y el desmonte de la pista.

El Gobernador nos felicitó por el avance de las obras, pero le sorprendió nuestra esperanza de ofrecer una primera temporada invernal durante el próximo invierno, en las condiciones que se encontraban todavía las obras.

Desmonte de la pista y colocación del telesquí (Home-Made) antes de la primera temporada (1978). 

En casa, para mejorar nuestras finanzas decidimos construir un local, al lado de la cocina para nuestra naciente ferretería. Pocos meses después tuvimos que ampliarla con más estantes y docenas de cajitas para clasificar las mercaderías. Bernadette no daba crédito a nadie. Cuando un cliente quería llevar un artículo con promesa de venir a pagarlo, ella le ofrecía amablemente guardar el artículo debajo del mostrador hasta que traiga el dinero (exactamente como lo hubiera hecho su abuela Jane Ameye). Fue una verdadera revolución en el pueblo. Por suerte Bernadette no aflojó y gracias a su política de venta, nuestra ferretería mejoró rápidamente. 

Además de nuestras actividades diurnas, a la noche no podíamos rechazar las distintas reuniones sociales con la ventaja para Bernadette de perfeccionar su español y conocer los habitantes.

Lo que no sabíamos en ese principio de año, que una guerra entre Chile y Argentina se preparaba. Dos países unidos desde su independencia se iban a declarar en guerra por una cuestión territorial. Y el conflicto empezaría en la Cordillera, en la cercanía de Villa La Angostura. No podíamos imaginar una cosa tan increíble.

A principio de enero 1978 empezamos la construcción de nuestra futura casa en Bahía Las Balsas. No podíamos perder un solo día para techar la obra, esperando poder seguir la construcción durante el invierno.

En realidad, al colocar el techo antes de las paredes, tomábamos el riesgo que un fuerte temporal de viento podría  haber destruido la obra. Por suerte, a parte algunos pequeños movimientos de la estructura, no pasó nada.

En su carta del 30 de enero, Bernadette escribía: …”Otra vez tuvimos la visita de los reporteros de la radio de Bariloche, pero esta vez a propósito de la pista de esquí, que es el gran motivo de conversación de mucha gente. Para desmontar la pista principal, contratamos varios equipos de leñadores para voltear las 250 primeras plantas de coihué, de un diámetro promedio de un metro. Eso después de haber hecho la limpieza del sotobosque. Una empresa maderera nos ofreció comprar la madera, pero a un precio muy inferior al costo del volteo y del trabajo de acarreo de los bueyes. Actualmente estamos en la búsqueda de nuevos socios fundadores. Quizás, le puede interesar a papy entrar en la asociación”

La contestación afirmativa de los padres de Bernadette no tardó. No podíamos perder tiempo, los preparativos para la primera temporada, parecía una carrera contra reloj, visto que nos quedaba menos de tres meses antes de las lluvias para terminar la primera parte del refugio, con  su cocina, confitería, taller y alquiler de esquís, más cuatrocientos metros de desmonte y la colocación del  telesquí comprado por la comisión, pero que no aparecía. También teníamos que prever un mínimo de instalación sanitaria y qué hacer en caso de un accidente grave, prever un alojamiento para un matrimonio de cuidadores, etc.  Todo eso sin saber si la ruta se iba a terminar antes del invierno. 

En esa época no me imaginaba que iba a sufrir esta misma ansiedad antes de cada temporada invernal durante los treinta próximos años. No sabía todavía que un Centro de Esquí no se termina nunca de construir. No podíamos prometer nada al pueblo, pero estábamos bien decidido que ese próximo invierno tenía que ser la primera temporada, igualmente si nuestros clientes tenían que caminar dos kilómetros en la nieve. Teníamos que demostrar a nuestros socios que habían hecho una buena inversión y que cada uno tenía que seguir entusiasmando a sus amigos y miembros de su familia a ingresar en la Asociación. Esto tenía que ser como una bola de nieve, producto del entusiasmo de cada uno de los socios. 

En su carta del 12 de febrero de 1978, Bernadette escribe: … “En cuanto a la ferretería, empezamos también con la venta de artículos de plomería, electricidad y jardinería, que no se encuentran todavía en el pueblo a pesar que hay muchas construcciones por el momento. 

Todos los días acompaño Jean-Pierre a buscar el pasto cortado en  propiedades vecinas para nuestros bueyes. Tenemos cuatro que son indispensables para los movimientos de troncos y para nivelar el terreno con una pala tirada por una yunta de bueyes

Charol y Pepito en “Full Action” en el Bayo.

No sé cómo hubiéramos hecho sin estos buenos y potentes animales. Nuestro principal problema era encontrarlos a la mañana. Al atardecer los atábamos con una cadena larga, con su ración de pasto, pero muchas veces al día siguiente encontrábamos solamente la cadena, ellos habían desaparecidos. Lo que nos exigía unas largas horas de búsqueda en los montes llenos de cañaverales y otras malezas. A veces, nos costaba hasta dos días para encontrarlos. Hoy, con la eficacia de las máquinas, perdimos el encanto de esta vida campestre que conocimos en la Cordillera.

En su carta del 24 de febrero, Bernadette escribía: “Tuvimos algunos problemas con el motor de la Huemul II, pero esperamos terminar bien la temporada. A pesar de eso, nos gustaría vender nuestra parte, visto que estas horas de navegación nos ocupa muchísimo tiempo. Aspiro mucho el fin de esta temporada, porque no veo mucho a Jean-Pierre. Apenas nos levantamos hay gente, esperándolo y eso no para en todo el día. Mientras tanto, muchos nos preguntan lo que hacemos y si no me aburro durante todo el día sin actividades, tan lejos de mi familia”.

Orientamos la casa al norte, de manera de aprovechar al máximo el sol, respondiendo al principio “Donde entra el sol, no entra el médico” y como el terreno se encontraba sin árboles, bautizamos la propiedad con el nombre de “ANDALUÉ” que en lengua mapuche quiere decir “CLARO al SOL”.

El 6 de marzo de 1978  Bernadette escribe: …“Ayer, con amigos, subimos hasta el Refugio El Yeti. Pude admirar por fin el majestuoso paisaje en este nivel de la montaña. Lo ideal sería unir el Refugio El Yeti con el de la base, por medio de una telesilla, pero eso está lejos de nuestras posibilidades”

Teresa Vergara, Josefina Vergara, Bernadette y Julio Vergara.

No era el momento de soñar en tales inversiones. Todavía estábamos sin noticias del pequeño telesquí, comprado por la comisión en mi ausencia, y decidí fabricar uno con materiales en desuso: una rueda de camioneta, una de moto, un motor mono cilíndrico y mil metros de cable de acero, de un diámetro de seis milímetros. 

En la carta de Bernadette del 14 de abril 1978 leemos: … “Domingo, fuimos a Chile a buscar la familia de Heriberto, el hombre que se ocupa de la construcción del refugio base. Una familia humilde de un pequeño pueblo al sur de Osorno, muy apreciada por sus vecinos. Todos ayudaban a cargar sus equipajes, colchones, mantas, cosas de la casa, etc. Entre los cuales había un televisor que no se podía utilizar en el Cerro Bayo.

Aprovechamos la cruzada de la Cordillera para mostrarles el Centro de Esquí de Antillanca que se inició en el año 1940. Heriberto podía imaginar lo que teníamos que realizar en el Cerro Bayo. Después de esta interesante visita, llegamos tarde a la aduana chilena que encontramos cerrada. Por suerte Jean-Pierre conocía gente cerca de Entre Lagos, que nos invitaron a alojar. Al día siguiente, nos volvimos a Antillanca, dónde  Jean-Pierre quería sacar fotos de un telesquí”.   

La mudanza de la familia de Heriberto desde su pueblo en Chile hacia el Bayo.
La llegada de la familia de Heriberto al Bayo.

El 22 de abril fue un día importante en casa de Michel y María, nació Miguel, el segundo hijo. 

El 26 de abril, viajamos a Buenos Aires a visitar nuestros proveedores  de artículos de ferretería, así que a rendir cuentas a la Comisión Directiva de la Asociación Cerro Bayo del avance de los trabajos y reclamar el telesquí comprado durante el invierno anterior y que no aparecía. También encontrarse con Ernesto Cilley, para negociar la venta de nuestra parte de la Huemul II. Habíamos considerado que nuestro trabajo en la montaña era más importante para el porvenir de Villa La Angostura. 

El 15 de mayo de 1978, La Angostura festejaba su 46° aniversario con sus festividades habituales, concursos de hacheros, asado, discursos y un suplemento de ocho páginas en el diario Río Negro con buenos artículos sobre el desarrollo del pueblo. Dos páginas anunciaban la pista de esquí  con mi foto y un reportaje en el cual el periodista me preguntó: ¿Para cuándo la apertura de la primera temporada? 

No podía creer que iba a ser para ése próximo invierno, dentro de un mes y medio. Lo había llevado en un bosque, a una cabaña que llamábamos REFUGIO, entre rollizos de los árboles en el piso y sus raíces sobresalientes, que la nieve no iba a cubrir. Era impensable que íbamos a ofrecer un servicio de deportes invernales en esa condición. Mi reportero me preguntaba cuál iba a ser el medio de elevación. A decir la verdad, en ese momento lo único que pude ofrecer a mi periodista fue una taza de té en el refugio, ocupado por la familia de Heriberto, mientras Heriberto estaba terminando la “Instalación Sanitaria del Complejo” con un sector   de la instalación para hombres y uno para mujeres.  

Primeros Sanitarios del Bayo.

A decir la verdad, el desafío de abrir dentro de un mes y medio me podía haber quitado el sueño. Los días de sol me mantenían optimista, pero cuando llegaban las copiosas lluvias, no veía cómo íbamos a estar listos a tiempo. Estas grandes lluvias anunciaban la llegada de la nieve y teníamos que retirar todavía varios rollizos de la pista. Faltaba instalar mi telesquí casero, visto que el aparato prometido no llegaba. Dudaba si podríamos arrancar su motor diesel en temperaturas debajo de cero grado. También saber cómo íbamos a pisar 500 metros de pista. Para la parte gastronómica, podía contar con Bernadette que seguramente iba saber cómo hacer. Para la escuela de esquí, nuestro amigo, el Coronel Abel Balda del Regimiento de Montaña de Bariloche, prometió mandarnos gratuitamente un profesor para ayudar a los dos futuros profesores del Club Andino. Necesitábamos  esperar que la nieve sea abundante para cubrir los obstáculos de la pista.

Al mismo tiempo, teníamos que atender nuestros negocios particulares. Si bien habíamos prometido nuestra gestión gratuita a la Asociación Cerro Bayo durante los diez primeros años, no nos podíamos permitir una  dedicación exclusiva a la montaña. Me había comprometido a construir un muelle y el 18 de mayo 1978, Bernadette escribía: …“La semana pasada hemos entrado más de ocho cientos kilos de mercadería para la ferretería. Son alrededores de 300 artículos distintos que tenemos que clasificar, valorizar y colocar en el negocio. El sábado fuimos al bautismo del hijo de Michel y María…, martes fuimos a Bariloche donde nos esperaba el controlador de la Caja de Subsidios Familiares de los empleados”

Solamente a principio de junio empezó el mal tiempo. Hacía 42 años que Villa La Angostura no había conocido un verano seguido de un otoño tan bueno. Normalmente, las primeras nevadas llegaban a fin de mayo. El cielo nos había ayudado a terminar nuestros preparativos. 

En la carta de Bernadette del primero de junio: …“El domingo tuvimos la visita del Gobernador que quería tener las últimas noticias del camino. Estuvo muy sorprendido de las mejoras del Centro y de sus instalaciones. Es una suerte tener un Gobernador apasionado del esquí y que ve la importancia de esta actividad turística para el desarrollo del pueblo. Esta visita nos permitió otra invitación a comer en El Messidor.

Visita en el refugio base del Gobernador con su familia y el intendente Eduardo Hensel.

En su carta del 29 de junio de 1978, Bernadette escribe: … “Gozamos todavía de un tiempo excelente. Hay días que no tenemos que prender la estufa”…Y en la carta del 9 de julio: … “Desde varios días llueve sin parar. En Bariloche los esquiadores están desesperados. Muchos habían reservados sus estadías desde principio de julio. Para nosotros es una buena cosa porque recién nos llegó el telesquí tan esperado, pero todavía sin su cable. Por suerte, el aparato fabricado por Jean-Pierre funciona. Nos falta todavía conseguir los abonos y pases de medio de elevación, así como los alimentos para el refugio”. En la carta del 17 de julio: …Seguimos sin nieve, solamente dos centímetros en la base, tiempo muy húmedo con una lluvia que sigue cayendo. En Bariloche es el desastre, los hoteleros tienen que despedir su personal”.  Y en la carta del 25 de julio: …el sábado, por fin, llegó la nieve. El domingo, en el camino de acceso había 50 cm de nieve y en la parte más alta de la pista un metro. El personal de Vialidad Provincial no se encontraba, subimos en camioneta con cadenas, acompañado de varios socios del Club Andino en un lindo camión canadiense, hasta un kilómetro y medio del refugio y caminamos hasta la base.

Llegada del Club Andino Angostura, primera temporada (1978).
Llegada de Bernadette con sus ayudantes (hnos. Gaete).
Primera temporada (1978), escuela del CVLA con sus profesores Jorge Banegas, Horacio Mazza, Hernán Hernández.
El primer telesquí, de fabricación casera, año 1978.
Primera carrera slalom en el Bayo, año 1978.
La alegría de todos durante esta primera temporada de 1978.
Estación motor del primer telesquí y el primer pisa nieve del Bayo. 1978
Rueda de retorno del primer telesquí en 1978.

A principios de Agosto de 1978,  por fin llegó el vendedor del telesquí comprado un año atrás por la Comisión Directiva de la Asociación Cerro Bayo, para instalarlo. Se trataba de un Jumbomatic Schipper, fabricado en Francia, que utilizamos mucho durante las siguientes temporadas.

En su carta del 7 de agosto, Bernadette escribe: “La temporada está en pleno apogeo. Ayer los padres Ángel y Oreste Tizzani, celebraron una misa en el refugio. Dos hermanitas acompañaban. Nunca habían visto esquiar y después de la celebración, cuando veían un esquiador bajando un poco rápido, rezaban para que no se estrelle contra el refugio. Era muy cómico escuchar sus comentarios. Por suerte que el aparato fabricado por Jean-Pierre funciona bien, porque el Jumbomatic tiene problemas todavía. Mis actividades en el refugio consisten en ocuparme de los papeles, de los pases para el telesquí, de la cobranza de las clases, de las bebidas, sándwiches, etc.

Un día pasó a visitarnos el señor Schipper, dueño de la fábrica, y se quedó a dormir en casa. Aproveché su presencia para aprender un poco más sobre los medios de elevación.

Fue una temporada muy corta con un promedio de 50 esquiadores por día. El mes de agosto muy soleado con fuertes heladas nocturnas. A pesar de su improvisación, la temporada resultó buena, con una pequeña ganancia que permitió a Heriberto seguir con la construcción del refugio. No podíamos perder un solo día si queríamos ofrecer un mejor servicio el próximo invierno.

En su carta del 28 de septiembre de 1978, Bernadette escribe: “Ya estamos en primavera, hoy tenemos un día hermoso. En la casa hace calor sin que la estufa esté prendida. Las flores y verduras que sembré están saliendo rápidamente. Ayer, Jean-Pierre preparó un pedazo de tierra para nuestra huerta. La mamá de Jean-Pierre anuncia su llegada entre el 5 y 8 de noviembre…”

Mamá no podía imaginarse que iba a llegar en el mismo momento que las tropas argentinas que estaban dispuestas a pelearse en la frontera. Ella había venido para conocer sus nietos. Cuando vio los soldados argentinos caminando al costado de la ruta de Villa La Angostura, se recordó la Segunda Guerra Mundial. Viejos tanques “Sherman” y “Patton” habían sido descargados de sus acoplados de transporte, para evitar la ruptura de los puentes de Parques Nacionales, y avanzaban lentamente cruzando los ríos al lado de los puentes. Las averías eran frecuentes y las reparaciones se hacían en ruta, donde los tanques se quedaban parados. Uno de ellos quemó su embrague, justo delante de casa, con su cañón dirigido en frente a nuestro living-comedor. Con susto mirábamos por la ventana. Un oficial llamó a un mecánico del pueblo. Era un excelente y muy dispuesto mecánico para solucionar los problemas. En su juventud había sufrido una parálisis de los miembros inferiores y había desarrollado mucho sus hombros, a tal punto que no podía introducirse por la luneta de entrada del tanque. Al final con la ayuda de vecinos pudo entrar y desarmó el embrague que se mandó a Bariloche para ser reparado. Por suerte, la guerra no había empezado todavía. Algunos días después volvió el embrague y se repitió el mismo operativo. El mecánico nunca cobró su trabajo que fue considerado como servicio a la Patria. Un día, un militar me quiso requisar mi camioneta. Me opuse violentamente explicándole que me estaba esperando el gobernador en Neuquén. Tuvo que buscar otra víctima. A Hella Garagnani, quien además de vender motocicletas, vendía también motosierras, los militares le retiraron todas las que tenía en su negocio.

Villa la Angostura estaba ocupado por cinco mil hombres. Se hablaba de una posible evacuación de la población antes de las primeras bombas. Nuestros soldados camuflados en campamentos al borde de la ruta internacional, parecían boy-scouts en vacaciones, mientras los oficiales reservaban las pocas habitaciones de los hoteles del pueblo para ellos y sus familias, en previsiones de las vacaciones de verano. Mientras los maridos iban a ir a la guerra, las mujeres y los chicos iban a ir a las playas.

A mamá, le gustaba ese aspecto de opereta de la Argentina, dónde nada se toma con seriedad. Pero a nosotros nos asustaba la situación. Por su lado, Michel era para los militares la persona más importante del pueblo. Les vendía en la playa: bebidas, sándwiches, salames etc.  y como era casi el único a tener una televisión, los soldados que alojaban en los albergues de El Messidor, venían a ver los eventos deportivos, entre los cuales la carrera de Fórmula 1 que se corrió ese año en Buenos Aires.

Por suerte, el conflicto no demoró nuestras actividades, tanto en el Cerro así como nuestras otras actividades. A mitad de diciembre de 1978, mientras Bernadette se encontraba en Buenos Aires, donde había acompañado a Mamá para su regreso a Bélgica, se terminó la ruta de acceso a la base del Cerro. Lo que motivó un gran asado con varias autoridades llegadas de Zapala y Neuquén, para inaugurar esta importante obra, bien realizada por un pequeño equipo de Vialidad Provincial, respetando el trazado del ingeniero Fonseca, con su suave pendiente en todo el recorrido, tanto para coches como para los colectivos de gran tamaño. 

El 14 de diciembre de 1978, día de fiesta en el Bayo con la llegada del primer coche  al refugio base.

Teníamos que aprovechar el verano para terminar la construcción del refugio, seguir el desmonte de la pista y colocar un mejor medio de elevación. Un nuevo desafío. Nuestro entusiasmo contagiaba nuevos socios fundadores que aportaban sus cuotas. Pero era insuficiente para comprar un buen medio de elevación. Jorge Tanoira tuvo la buena idea de pedir a Cumelén de vender el terreno, que el Club poseía en la base del Cerro Catedral, dónde pensaban construir un refugio, e invertir el dinero de la venta en una telesilla, lo que hubiera sido lo ideal. Es así que tomamos contacto con la firma Poma, que nos mandó un joven ingeniero con lindos folletos. Desgraciadamente el precio de una telesilla era por lo menos cinco veces el valor del terreno de Cumelén en Cerro Catedral. 

En su carta del 10 de enero de 1979, Bernadette escribe: “Probablemente, que viernes volverá el vendedor de la firma Poma y se firmará la compra de un Telesquí de 1.300 metros al precio de 95.000 dólares, a su salida de fábrica en Francia, a los cuales tendremos que agregar los gastos de transporte, importación, cimientos, armado, etc…, sea un total aproximativo de 200.000 dólares”

Con la venta de su terreno en el Cerro Catedral, Cumelén había prometido financiar el telesquí a su salida de fábrica. Lo que era un espléndido gesto.  Además, daban la ventaja de devolver el préstamo según nuestras posibilidades. Desgraciadamente, el día que el vendedor llegó de Francia con el contrato de compra y que nos reunimos con algunos socios de la comisión directiva de Cumelén, en el chalet de Amaro Detry, la comisión  de Cumelén  anunció que mantenía su promesa, pero que por el momento el dinero de la venta del lote de Catedral se había utilizado en otros fines. A pesar que el vendedor exigía solamente el diez por ciento de seña, no se concretó la firma de la compra. Yo estaba desesperado. Por suerte, al último minuto, en el Aeropuerto de Ezeiza, en el momento que el vendedor estaba por tomar su avión, apareció corriendo, el tesorero de la Asociación Cerro Bayo, Julio Vergara, con cinco mil dólares como seña de la compra. Gracias al aporte reciente de algunos nuevos socios, Julio había conseguido esta suma. El vendedor, Paul Bojarski, salía contento, nosotros también, a pesar que no sabíamos cómo íbamos a pagar el saldo, ni todos los gastos de transporte, aduana, instalación, etc. ¿Y Cómo íbamos a realizar los cimientos con  nuestros bueyes y una pequeña hormigonera? Esta vez, el desafío era demasiado ambicioso. Parecíamos paracaidistas que saltan del avión sin  paracaídas. Avisamos a Paul Bojarski que no tenía que apurar la entrega, que de cualquier forma, no teníamos el tiempo suficiente para armar el telesquí antes del invierno. Teníamos que conseguir nuevos socios y hacer algunos beneficios durante la próxima temporada invernal. Ante todo, teníamos que seguir con el desmonte de la pista hasta el nivel 1.500 con la esperanza de colocar tres pequeños telesquíes, uno atrás del otro.

En cuanto, al conflicto con Chile, gracias a Monseñor Valdés, santo hombre chileno, quien en 1978 propuso a los presidentes de Chile y Argentina, la intervención del Vaticano como mediador en el conflicto limítrofe, las dos naciones firmaron un acuerdo de paz a principio de enero de 1979.

Mientras sigue lentamente la construcción de nuestra casa,  haciendo con nuestro personal, todas las aberturas, escaleras, placares, etc.,  así como la instalación eléctrica. Para los revoques, contratamos dos albañiles y para la instalación sanitaria, nuestro plomero Gallardo y familia.

En la carta de Bernadette del 30 de enero de 1979 se lee: “Jean-Pierre tiene que ir a Neuquén, porque la Asociación pidió una audiencia al nuevo Gobernador Jorge Sapag para solicitarle un subsidio o un préstamo para pagar el telesquí recién comprado”   El gobernador me recibió muy amablemente con un cafecito. Desgraciadamente, la Provincia no nos iba a poder ayudar para esta instalación tan importante para el desarrollo turístico de Villa La Angostura   …“Éste próximo domingo, organizamos un motocross, vamos a estar bien ocupados estos días. Esperamos que llueva un poco en la mañana del domingo para mojar el circuito, sino tendremos que pedir la colaboración de los bomberos, siempre dispuestos a colaborar con un camión, además del nuestro para regar el circuito”.

Nosotros cinco con nuestras Gileritas argentinas contra los   campeones chilenos con sus espléndidas motos importadas.

Un problema era la situación de los hijos de Francisco, que se encontraban en forma ilegal en el país. Habíamos ido con ellos varias veces a la oficina de migraciones de Bariloche y al Consulado Chileno para regularizar sus situaciones, pero migraciones les obligaban a empezar los trámites en el Consulado Argentino de Chile. El 21 de febrero de 1979, Bernadette escribe:  “A fin de mes llevaremos a Francisco y su familia a Chile para que empiecen sus trámites en el consulado argentino. Francisco quiere conseguir uno de los pequeños lotes de tierra, que el ex gobierno de Allende había regalado a sus partidarios, quienes ahora  los venden a buen precio”.    

Y en su carta del 5 de marzo de 1979: “Estos últimos días tuvimos varias visitas que se quedaron a dormir en casa. … Ya empezaron las primeras heladas que nos quemaron la mayoría de nuestra plantación de papas…. Como nuestro socio del barco no nos ha confirmado todavía si compraba nuestra parte, Jean-Pierre se fue a Bariloche a renovar su licencia de navegante. Lo que le obliga a pasar varios exámenes: uno de mecánica de motor, uno de natación y remo, más varios certificados: médico, antecedentes, domicilio, etc…Y la gran noticia: Para fin de este mes nos prometieron el teléfono”.

Estas anécdotas de Bernadette dan una idea de cómo ocupábamos nuestro tiempo además de los días completos dedicados a la montaña para estar listos antes que empiece el mal tiempo. Una verdadera carrera contra reloj, difícil de hacer entender a la gente, que nos consideraban locos por preocuparnos  tanto antes del invierno.

 A pesar de nuestra preocupación, decidimos tomar algunos días de vacaciones en Chile antes del otoño, aprovechando el viaje para llevar la familia de Francisco. 

El 22 de Marzo de 1979, Bernadette escribe: “Nuestro corto viaje anduvo muy bien. Después de dejar a Francisco y su familia en su pueblito cerca de Osorno el sábado, pasamos el fin de semana en el fundo de nuestros amigos Kempf (que  conocieron a Jean-Pierre durante la primera carrera entre Angostura y Osorno en 1966). El lunes viajamos a la Isla de Chiloé. Sus habitantes, a pesar de su pobreza, son muy hospitalarios. Las casas son de madera sin cimientos. El hotel donde alojamos tenía sus pisos deformados, por consecuencia del terremoto de 1961, las puertas y ventanas recortadas para acomodarlas a las deformaciones de las paredes.

Antes de tomar el transbordador en Ancud, compramos por poco dinero, lindas telas para hacer las cortinas de nuestro living y de los dormitorios. Después pasamos por Puerto Varas, ciudad muy europea y muy  limpia. 

Desde allí fuimos al volcán Osorno de 2652 metros de altitud. Subimos por un camino en muy mal estado hasta los 2000 metros, dónde se encuentra un refugio y un telesquí de un club local. Allí, la vista es magnífica con el lago Llanquihué en primer plano y el Océano Pacífico en el fondo. La última erupción del volcán, de hace más de cien años, ha dejado una gran cantidad de piedras volcánicas. Una nieve eterna se encuentra cerca del refugio, donde vive un matrimonio, que muy contento de recibirnos, nos ofrecieron un té con “Küchen”.  En ese momento no me imaginaba que veinte años más tarde, iba a colaborar en el proyecto del actual Centro de Esquí Osorno y que una de las pistas iba ser bautizada con mi nombre en agradecimiento de mis consejos. Continua Bernadette: “El día siguiente dimos la vuelta del lago Llanquihué por el lado este. En Osorno, Jean-Pierre compró algunas herramientas y para terminar nuestro viaje pasamos de nuevo en el fundo de nuestros amigos Nancho y Bruny Kempf, quienes nos ofrecieron el champagne en ocasión del cumpleaños de Jean-Pierre

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