Capítulo 24: Sigue la construcción de la Telesilla y mis 50 años.

En la carta de Bernadette del 21 de octubre  de 1987: …”Los contenedores con los elementos de la telesilla se encuentran en el puerto de Buenos Aires, desde hace un mes, primero hubo una huelga del puerto y ahora son las oficinas administrativas que están en huelga. Quién sabe si después será la aduana u otro organismo”.

Tuvimos que pagar todos estos días de depósito, para los cuales no éramos responsables. 

“Presentamos una solicitud a la Compañía de Electricidad de la Provincia de Neuquén para la conexión del tendido eléctrico. Como la Provincia apoya mucho las actividades turísticas, esperemos que nuestro pedido sea aceptado”.

El permiso se obtuvo solamente en 1990, un año después de la inauguración del medio de elevación, después de numerosos viajes a Neuquén a la Gobernación y otras oficinas.

“La inflación volvió con todo, julio 13%, agosto 12%, setiembre 12%. Muchos han perdido confianza en el Gobierno de Alfonsín. Los precios subieron como flechas, el dólar que estaba a 2 Australes esta ahora a 4,5 Australes”.

Durante mi segundo viaje a Francia, había conocido al jefe de mantenimiento del Centro de Esquí de Abondance, Francis Coffy, que había armado la estación motor que compramos. Me había invitado a alojar y me había contado su pasión por la pesca deportiva. Cuando le expliqué las dimensiones de nuestras truchas asalmonadas, quedó boquiabierto y estaba dispuesto a enfrentar cualquier condición para venir a tentar suerte. Es así que el día siguiente, nos encontrábamos en la oficina del Intendente Jacques Pignier, para pedirle la autorización para que lo dejara ir a la Argentina para dirigir el montaje de la Estación Motor. Apenas llegado a Villa La Angostura, Francis demostró sus talentos de maestro de obra en la construcción del cimiento de esta base de hormigón. 

Francis con Paul en “Full-Action”

Apenas  Juan Carlos Firpo, nos avisó que había conseguido sacar de la aduana el material de la telesilla,  salí con Francis en colectivo hacia Buenos Aires para ir a descargar los contenedores que se encontraban en la playa de estacionamiento de la empresa Furlong, dónde gracias a la amabilidad de Teddy, podíamos disponer del espacio necesario con el fin de devolver lo antes posible los contenedores que ya tenían fecha vencidas por culpa de las huelgas. Conseguimos un camión semi-remolque en el cual cargamos los materiales que habíamos descargado. Hacía un calor insoportable, a tal punto que se derretía el asfalto de la playa de estacionamiento. Apenas cargado el primer camión, decidimos acompañarlo hasta Villa La Angostura. El camionero era un buen hombre, pero su camión no avanzaba. En las subidas avanzábamos a 20 km/h. Además era presa de la policía por su aspecto antiguo. Nos verificaban los documentos del camión y de la mercadería y varias veces nos obligaban a dejar unas propinas para el agente de policía y para su jefe. Perdíamos tanto tiempo que pensábamos que nunca íbamos a llegar a Villa La Angostura. La cabina del camión no era confortable y el primer día, no habíamos hecho más de 300 km. El tercer día, llegando solamente a Chelforó, ya no aguantábamos más y decidimos tomar un bus hasta Bariloche. Francis nunca se había imaginado eso, pensando que nuestro camionero hacía eso todo el año. Tres días después llegó a Angostura y después que descargamos, salió enseguida a buscar el segundo viaje. Mientras tanto, Bernadette se encontraba con una gran preocupación. En su carta del 4 de diciembre de 1987, leemos: “Les había escrito que Humi (la empleada doméstica) iba a ser operada de un quiste hepático, pero cuando fui a verla al hospital de Villa La Angostura, el médico me anunció que había que mandarla urgente a Bariloche. Preparé los papeles de la obra social y fui a buscar a su marido Ricardo. Ellos salieron en Ambulancia y a la noche Ricardo me llamó para decirme que la van a operar el día siguiente. A la mañana siguiente, me encontré con el médico en Bariloche antes de la operación y cuando regresé al hospital a las 16 horas, me encuentro con Ricardo quien me cuenta que el cirujano no hizo más que abrir y cerrar, porque se encontró con un cáncer del hígado y de la vesícula biliar demasiado avanzado. Con una fecha límite de vida entre dos a seis meses. No se podía hacer otra cosa que esperar con la esperanza que no sufra demasiado. Ella no sabe todavía nada, pero por cuánto tiempo podremos seguir mintiendo. Ahora, ella pone los dolores a cuenta de la cicatrización y pregunta si le retiraron tumores y que ella preguntará al médico si eran benignos o malignos. Es terrible encontrarse con alguien que tendremos que ayudar a acercarse a la muerte con tantos dolores. Tendremos que tener mucho coraje. Sus dos hijas y el resto de la familia lo saben. Por mi parte todavía no he dicho nada a los chicos y dentro de poco tendremos que decírselo de manera indirecta, sin decir que se trata de Humi, quien nos dejara. Mientras tanto estoy prácticamente sola en casa. Marcia viene dos/tres horas a ayudarme, pero no es muy práctico, porque viene con su bebé. Para que Humi no se dé cuenta de su estado, no pienso tomar a nadie por el momento para reemplazarla, porque ella espera volver a su trabajo a principio de enero.

En cuanto a una otra mala noticia, que por suerte se limitan en daños materiales, es un accidente que tuvo Jean-Pierre con su camioneta. Cuando salió a Bariloche con Francis, seguían a una buena distancia un camión que frenó brutalmente y cuando Jean-Pierre lo vio a través de la nube de tierra, estaba a cuatro metros y no lo quiso evitar, porque podía venir algún vehículo en sentido contrario. Es así que los vi volver a casa, remolcado por un auxilio.

Pero ahora, no hablamos más de desgracias. Los chicos terminaron sus clases.

Hélène con sus amigas/os y su Señorita Gogo.

Estos quince últimos días fueron bastante cansadores para Jean-Pierre. Todas las mañanas salía temprano con Francis, y después de días de mucho calor, ellos volvían tarde. Ahora, el hormigón de la estación motor está terminado y se va a poder colocar el reductor con su motor eléctrico y su motor de auxilio a gasoil. Estamos en la espera del segundo camión. Espero que se terminen los grandes gastos, porque los dólares se van a toda velocidad.

La construcción del cimiento de la Estación Motor.
La colocación del reductor con su rueda.

A fines de noviembre, Francis nos dejó, no sin haber pescado algunas truchas. Los domingos, en el amanecer, salíamos a bordo del bote del joven Mickey Ávila. Francis, equipado de una espléndida caña de pescar se entregaba de pleno corazón a su pasión bajo los consejos de Mickey, armado solamente de una lata de durazno sobre la cual enrollaba 50 metros de hilo nylon y una cucharita con su gancho. La gente acá, siempre pescó así y no entienden porque los turistas necesitan tanto material  costoso.

Francis con sus truchas

Llegábamos al final del año de 1987, durante el cual el evento más importante había sido el nacimiento de Edouard, seguido de la llegada de la telesilla.

En Andalué nos preparamos para las fiestas y Paul y Hélène eran los primeros a probar las sillas de la telesilla recién llegadas.

En la tarde del 31 de diciembre de 1987, me encontraba con Paul en el aeropuerto de Bariloche, esperando al matrimonio Pignier (El Intendente de Abondance). Bernadette se había quedado en Andalué preparando la fiesta de año nuevo. El avión aterrizó con exactitud a las 19:30 hrs. Enseguida nuestros invitados se entusiasmaron con la vista del lago y de la Cordillera en segundo plano. Después de dos horas sobrevolando la Pampa y la zona desértica patagónica, el contraste es impresionante. Apenas llegados en Andalué, tuvieron poco tiempo para prepararse para la cena.

Esperando el año 1988.

El 10 de enero de 1988, Bernadette escribe a sus padres: “Hoy Jean-Pierre salió con Paul y Hélène para llevar nuestros amigos franceses al aeropuerto. Ellos pasaron 10 días con nosotros. Es un matrimonio muy simpático con dos hijos de la edad de Paul y Hélène. Invitaron a Paul a venir esquiar en Abondance. 

La instalación de la telesilla avanza al ritmo patagónico, por los problemas comunes de personal faltante, varios trámites y el problema de la reparación de la Ford F 100, al cual se sumó la rotura de la caja de cambio del jeep Suzuki, para el cual tenemos que comprar los repuestos en Chile. Jean-Pierre aprovechó un paseo a Chile con Jacques y Catherine Pignier para conseguir estos”.

Ellos estaban encantados de descubrir Chile con el Océano Pacífico y su zona agrícola parecida a muchas zonas europeas. Durante ese viaje, tomamos contacto con un soldador calificado, que se comprometió a venir con su hermano para soldar las torres de la telesilla.

En realidad, el matrimonio Pignier no había venido a Argentina solamente para conocer nuestra zona, pero principalmente para participar de una gran reunión de emigrantes franceses de Alta Saboya y suizos del Valais, establecidos en el norte argentino hace un siglo. El cura de Abondance había organizado ese encuentro de primos, dos años antes, pidiendo a cada interesado de depositar en el Banco, dónde Jacques Pignier era el gerente, una pequeña suma para pagar los boletos aéreos. 

Dios sabe si dentro de 100 años algunos de nuestros descendientes harán lo mismo para venir a conocer sus lejanos primos. Pero naturalmente, no podemos comparar nuestra modesta, pequeña colonia belga con la de ellos.

Esta reunión en Villa Elisa, fue el inicio de muchos intercambios,  entre estas numerosas familias, tanto en Argentina como en Francia. 

“En cuanto a Humi, ella nos dejó en la mañana del 8 de enero. Quedó lucida hasta el último momento, manteniendo la esperanza de curarse hasta el 6 de enero, cuando dijo que iba a morir.

Paul se daba cuenta que algo ocurría, pero no decía nada. Cuando vio el ataúd, se interesó más en su fabricación, a las manijas y como se cerraba. Por su lado, Hélène no paró  toda la tarde, de hacer preguntas, así como durante todo el sábado. A todos decía ¿Sabes que Humi murió? Se va a ir al cielo. 

Una de las costumbres chilenas en los velorios es de poner un recipiente de agua abajo el ataúd, supuestamente para que no reviente la piel. Pero no sé quién le habrá dicho a Hélène, que esta agua iba a lavar Humi, con el fin de llegar limpia al cielo. Y en un momento, Hélène se fue a sentar al lado de Ricardo y se agachó adelante del recipiente, mirando el polvo que había caído y a alta voz, hizo el comentario “Mira Ricardo, que sucia que estaba Humi”, y eso con su gran inocencia. No sabía dónde ponerme y  al mismo momento, tenía ganas de reírme.

El 31 de diciembre, recibimos de Francia el curso por correspondencia para Paul. Nos pusimos enseguida a trabajar, para hacer una parte importante del programa antes de viajar a Bélgica”.

Viaje que Bernadette y los chicos, tenían previsto para fines de marzo de 1988, por mi lado, no podía abandonar los trabajos de la telesilla ni los preparativos para la próxima temporada.

El 27 de enero de 1988, llegaron los soldadores de Chile. Por no tener corriente eléctrica en el Bayo, tuvimos que transformar el galpón de Andalué en taller metalúrgico para fabricar estas torres de gran tamaño, así como otros elementos a colocar sobre los cimientos. Los caños comprados en General Roca se encontraban sobre la playa de estacionamiento del Cerro Bayo, donde hubiera sido el lugar ideal para estos trabajos, con la comodidad del refugio base para el alojamiento y las comidas de los soldadores. Con uno de nuestros dos camiones canadienses, traíamos a Andalué un caño que dejábamos sobre el camión que servía de caballete para soldar las piezas necesarias en cada torre con sus ménsulas, que también tuvimos que fabricar por ser prohibida su importación. Para eso, tuvimos que bajar de 60 cm el piso del galpón. Allí sin descargar el camión, nuestros dos soldadores producían hermosas torres que salían al Cerro para ser pintadas en la playa de estacionamiento

La torre N°11 saliendo de la metalúrgica “Andalué”
Raúl Moraga a cargo del transporte de las torres.
Pintura de las torres en la base del Cerro Bayo.
Colocación de la torre 2 sobre su cimiento.
Raúl con las torres 12 y 13, fabricadas en Andalué.

Además de los dos soldadores, se incorporó el cuñado de Ricardo, Raúl, mecánico, casado con Tencha, la hermana de Humi. Tencha vino a reemplazar Humi en Andalué y Raúl vino a participar en el montaje de la telesilla.

Raúl subiendo los balancines.
El hormigón armado de la estación motor.
La construcción de la estación de retorno.
La construcción del contra-peso de tensión de 15 toneladas.

Carta de Bernadette del 10 de febrero de 1988: “La hermana de Humi se arregla muy bien, pero no es fácil acostumbrarse, después de tantos años, a otra persona. Con Paul, estamos llegando a la 2/3 parte del programa. Antes de viajar voy a dar una vueltita a Chile, para comprar ropa y no llegar como una paisana que llega de su país lejano”

Bernadette pensaba en todo y se preocupaba por el problema que iba a tener al aterrizar en Paris con tres chicos y que le iba ser imposible manejar un vehículo de alquiler hasta Bruselas después de una noche sin dormir.

Antes de su salida a Bélgica, Bernadette y los chicos me organizaron una fiesta espléndida para mis 50 años, con más de 80 invitados, trayéndome cada uno su simpatía y regalitos. No me habían avisado y a la mañana antes de esta reunión de amigos con miembros de la familia, Bernadette me mandó con Paul a buscar algo al Pueblo. Paul de connivencia me hacía perder tiempo. Cuando por fin llegamos a casa, una multitud me esperaba para festejarme. Fue un momento muy emocionante, había pensado que íbamos a festejar ese día simplemente en familia.

Un espectacular cumpleaños con 50 velas.
Y con un aplauso especial para Bernadette por aguantarme.

Otro gran evento había ocurrido el 10 de marzo 1988, con el nacimiento de nuestra sobrina Pamela, hija de Jean-Marie y Mirta.

De izquierda a derecha, Pamela, Jean Marie, Mirta y Nicolás.

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